Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 26 de julio de 2011

200 años. Por: Rafael Osío Cabrices

200 años. Por: Rafael Osío Cabrices

No voy a hablar de cómo se conmemoró el 5 de julio pasado el bicentenario
de la proclamación de nuestra primera fallida Constitución y del primer acto oficial con el que en Venezuela se puso por escrito que había que independizarse de España. No voy a hacer tampoco un retrato de cómo agarra esa efeméride al país: todos estamos al tanto de la magnitud de nuestros problemas, aunque no todos queramos aceptarla.

Mucho se ha dicho sobre lo que pasó en Caracas el 5 de julio de 1811; apunto hoy a una de sus muchas aristas: esa acción de firmar un acta de independencia, que desde hace tanto tiempo es obligatorio celebrar como el origen de nuestro colectivo, fue la decisión de una minoría ante la hostilidad de la mayoría. Unas cuantas regiones de lo que hoy es Venezuela estaban en contra de separarse de España y, según los testimonios de la época, también lo estaba la mayoría de la gente común, que no le veía el queso a la tostada de la rebelión contra el rey y que prefería un abstracto déspota en España que unos mandones locales con pelucas blancas. Pero la minoría ­social, étnica, intelectual, política­ que firmó esa acta insistió en su proyecto y peleó por una década, a un costo espantoso, para hacerlo realidad. Hasta que mucho tiempo después, su decisión fue vista por los que vinieron después como la decisión correcta, hasta el punto de que se olvidó que había sido un empeño suicida de un puñado de gente, frente a la hostilidad o la indiferencia de los demás.

Es una fecha indudablemente trascendente que hay que celebrar. Y lo es para todos los que nacimos aquí y tenemos esta nacionalidad, no sólo para el sector que se ha empeñado en actuar como si los únicos venezolanos fueran ellos. En segundo lugar, hay muchas otras fechas importantes para toda la sociedad, que esta nación no conmemora.

Por ejemplo, el 24 de marzo: en 1854, el día en que se decretó la abolición de la esclavitud. ¿No les parece un acontecimiento digno de recordarse? Digo, sé muy bien que el pensamiento no es nuestro fuerte, pero, a la hora de gastar tanto dinero para ver desfilar a los militares en una fecha como ésta, ¿no deberíamos también acordarnos de que hay hitos históricos de la venezolanidad que fueron producidos por los civiles y en los que no murió nadie? ¿De verdad no ha pasado más nada relevante en Venezuela desde el ciclo de la Emancipación? ¿Por qué no conmemoramos el decreto de la educación obligatoria, o cuando las mujeres tuvieron al fin el derecho al voto? Todos los países tienen sus fechas nacionales, y sus desfiles, discursos, culto a los héroes, etc. Pero no todo lo que debe recordar una nación son sus batallas o declaraciones de guerra.

Y no estaría de más que en un momento como éste, porque 200 años no se cumplen todos los días, nos preguntemos aunque sea por unos minutos, entre bajar a la licorería y prender la parrillera, entre el rugido de los aviones y el concierto de Dudamel, entre el rumor político de turno y el siguiente discurso vacío, si de verdad podemos sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado en nuestros primeros dos siglos de vida (relativamente) autónoma.

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