Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 23 de julio de 2011

El arte de la destrucción de los custodios de nuestra historia modernizadora, incluyendo el Ateneo de Valencia. Historia de un proceso de minarlos

jueves 27 de enero de 2011

Una protesta impidió actividades en el MAC

Por CARMEN VICTORIA MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL 27 DE ENERO DE 2011 Sintramuseos denunció una retaliación política contra los trabajadores y el inminente cierre del Museo Arturo Michelena Veintiséis trabajadores permanecen suspendidos Un enfrentamiento entre representantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de los Museos y el personal de seguridad del Museo de Arte Contemporáneo ocurrió ayer frente a la institución, que permaneció cerrada toda la mañana y parte de la tarde. El motivo de la disputa fue una orden emitida por la Fundación Museos Nacionales y la Inspectoría del Trabajo de suspender de sus cargos a 26 trabajadores en su mayoría representantes sindicales vinculados a las manifestaciones y otras acciones que ejecutaron en septiembre del año pasado, informó Jorge Moreno, presidente de Sintramuseos. En esa ocasión, los empleados que reclamaban el incumplimiento del Plan de Igualación causaron daños a la sede del Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio. A fuerza de grafitis le exigieron a Vivian Rivas, directora de la Fundación Museos Nacionales, el pago de pasivos y tickets de alimentación. Ayer en la mañana, varios de los trabajadores suspendidos, así como algunos empleados de la antigua administración del Museo Jacobo Borges, intentaron ingresar al Museo de Arte Contemporáneo, donde estaba prevista una reunión. Sin embargo, el personal de seguridad les impidió el paso. El enfrentamiento entre ambos grupos ameritó la intervención de la Policía Nacional. A mediodía, Sintramuseos organizó una manifestación frente a la institución. "Se quiere criminalizar la protesta. A los trabajadores suspendidos se nos impide acercarnos a los museos, como si el procedimiento que se adelanta contra nosotros fuera de índole criminal y no laboral. Hay una retaliación política contra el sindicato, por las denuncias y los atropellos que hemos ventilado en el sector cultural", dijo Moreno. El dirigente asegura que la medida de suspensión que pesa sobre el grupo de trabajadores no les impide la participación en las actividades gremiales que se desarrollan dentro de los museos. Durante la protesta, Moreno advirtió que se avecina el cierre del Museo Arturo Michelena, cuya colección permanece desde agosto del año pasado en las bóvedas de la Galería de Arte Nacional. "Estamos aquí para impedir los despidos y jubilaciones forzadas de los trabajadores de las instituciones que el Ministerio de la Cultura piensa liquidar".

Niegan acceso a los museos a nueve trabajadores

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 27 de enero de 2011 Los empleados tienen una "calificación de falta" en la Inspectoría Ayer nueve trabajadores de la Fundación Museos Nacionales no pudieron acceder a su sitio de trabajo, en el Museo de Arte Contemporáneo. El jefe de seguridad, Johnny Rodríguez, según afirman los empleados, les prohibió la entrada a la institución por órdenes de la directora Mercedes Longobardi, afirmando que mediante la Inspectoría de Trabajos ellos tenían una orden de "separación del cargo con goce a sueldo". Jorge Moreno, representante del Sindicato de Trabajadores de los Museos (Sintramuseos), afirmó que la medida de "calificación de falta" fue solicitada por la Fundación luego de la protestas que realizaron el pasado 7 de septiembre frente a Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio (Iartes). "Esta es una estrategia de la presidenta de la Fundación Museos Nacionales, que está enfrentado a los trabajadores. Así nos mantienen ocupados para realizar la reestructuración de los museos. Nos están violentando todos nuestros derechos. Incluso, el derecho al libre trabajo sindical. Lo que buscan es criminalizar las protestas", asegura Jorge Moreno. Según el comunicado enviado por Rosanna Ianniello el día de ayer, la prohibición de entrada a los nueve trabajadores está "sustentado en razones de interés social y de protección de las condiciones de vida de nuestros trabajadores y de nuestras instalaciones museísticas". Aunque en dicho comunicado tan solo aparecen los nombre de nueve empleados, Sintramuseos asegura que son 26 las personas que están incluidas en la medida cautelar. "Están calificando personas que no estaban en la protesta", dice.

Entrevista Elinor Cesín, rectora de la Universidad Nacional Experimental de las Artes "El Museo Jacobo Borges pasa a ser una escuela de arte"

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 26 de enero de 2011 "¡Es un museo! Pero nosotros tenemos un enfoque de arte integral. Podemos dar talleres los sábados " La rectora de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Elinor Cesín, confirma que el Museo Jacobo Borges se convertirá en una escuela de museología. Pero jura que no dejará de ser una institución museística y que más bien será relanzada el 12 de marzo con una exposición. -¿Qué va a pasar por fin con el Museo Jacobo Borges? -El Museo Jacobo Borges está pasando a ser administrado por la universidad... -¿Mediante un convenio o un traspaso? -Mediante un comodato. La universidad es cotutelada entre el Ministerio de la Cultura y Educación Universitaria. Y (el Ministerio de) Cultura, a través de la Fundación Museos Nacionales, destina al Jacobo Borges a unos espacios de formación. La comunidad queda con la participación que tiene. La universidad entra en un proceso reconstructivo. Vamos a hacer una exposición que inauguramos el 12 de marzo. Y vamos a evaluar cómo son esos espacios de unión. Estos muchachos que están estudiando la licenciatura en Artes Plásticas, mención museología, podrán hacer su proceso de formación ahí. -¿Pasa el Museo Jacobo Borges a ser una escuela de museología o de danza? -Una escuela de arte. Vamos a preservar la esencia del museo. ¡Es un museo! Pero nosotros tenemos un enfoque de arte integral. Pensamos que podemos dar talleres los sábados, entre la comunidad. -¿Se llamará Museo Taller? -Sigue llamándose Museo Jacobo Borges. -Habla de implementar talleres, pero durante años el Jacobo Borges los realizó. -Siempre, claro, y con la comunidad. -¿Entonces no es nuevo? -No. ¿Qué es lo nuevo? Que los talleres serán acreditados por una universidad. -¿Por qué el Jacobo Borges? -Precisamente por el trabajo del Mujabo. Para el estudiante en formación en las artes es muy importante ese contacto con la comunidad. Los procesos creativos en las artes son muy individuales, muy de abstracción. Si logramos que nuestros muchachos se mantengan en contacto permanente con las comunidades, estamos apostando a la creación de un artista diferente. -¿Piensan hacer aulas dentro del Museo Jacobo Borges? -No. -¿Lo van a mantener igual? -Igual como museo. La estructura queda igualita con sus salas. Los muchachos van a estudiar su museología. Lo que tenemos que hacer es preservarlo como museo. -¿Cómo va a trabajar sin colección? -La colección jamás definió a ese museo. La colección es del Estado venezolano y quien maneja la colección es la Fundación Museos Nacionales. La colección es una sola. -¿Cambia el perfil? -No lo sé. Siento que el compromiso de la Universidad es con el proceso formativo, con la calidad. -¿El Museo Jacobo Borges no se cierra? -No, no se cierra. Al contrario, es como un relanzamiento. -¿Qué le espera? -Un baño de juventud. En formación antes no entraban. Los museos siempre se preservaban para artistas consagrados.

Comunidad sin museo

Por CARMEN VICTORIA MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL 22 DE ENERO DE 2011 Habitantes de Catia y artistas que alguna vez expusieron en el Museo Jacobo Borges sienten que podrían quedarse sin una institución que les pertenece La institución es recordada por su labor en el retén de Los Flores A Catia le preocupa el destino de su único lugar para el arte La comunidad se pregunta qué pasará con el acervo que custodiaba el Jacobo Borges Un grupo de niños que juega en el Parque del Oeste entra corriendo a la única sala del Museo Jacobo Borges que permanece abierta. Les atraen tanto los colores de las obras del artista David Bello que no se cohíben de tocarlas. Nadie les dice que no deben hacerlo, pues desde la semana pasada la institución no cuenta con custodios ni guías de sala; tampoco se ofrecen catálogos ni la programación en la entrada. La transición de museo comunitario a museo-escuela administrado por la Universidad de las Artes es el momento más vulnerable del Mujabo, el único espacio de difusión de las artes visuales de la parroquia Sucre. Es miércoles por la tarde. El museo recibe a algunos visitantes ante la mirada de una sola persona, un encargado de seguridad que no se percata de las travesuras infantiles. Tampoco hay cámaras que le permitan detectar la presencia de dos personas ajenas a la institución en el segundo piso del complejo. Un recorrido furtivo por el lugar revela que donde antes había una sala de exposiciones y oficinas ahora no queda nada. Ni obras, ni escritorios, ni personal. Sólo paredes pintadas de blanco. Afuera, unos empleados limpian la fachada. La gente que entra y sale del Parque del Oeste dice no tener noticias del cambio de administración y de perfil de la institución. Ventana de participación. Marlene Mora, representante de Procatia, explica que la organización ve con preocupación el "cierre técnico" del museo. "No sabemos cómo va a hacer la comunidad catiense para acceder a los documentos, las fotografías y las obras que integran su acervo cultural. La acción significa la clausura de una ventana de participación y de reflexión crítica. El museo era la única válvula de escape de una parroquia donde no hay cines ni espacios recreativos". Mora recuerda los inicios del Mujabo, cuando todavía se llamaba Museo del Oeste. Fue creado en 1989, por decreto del gobernador del Distrito Federal, Virgilio Ávila Vivas, e inaugurado con una muestra del pintor de Catia Jacobo Borges el 3 de diciembre de 1993, a pesar de la resistencia de la comunidad, que pedía un polideportivo, un ateneo o una casa de recreación para personas de la tercera edad. El debate entre las autoridades de la institución —encabezada por Adriana Meneses y Borges— y los líderes vecinales se gestó dentro de la biblioteca del complejo. "El museo no sólo dio a conocer a artistas, también se convirtió en un lugar con el que la comunidad podía contar. Fue allí donde se logró la salida del Retén de Catia; e igualmente sirvió para hacer un Aló, Presidente. Fue un sitio de reflexión donde la gente común decía cómo quería que fuera la parroquia, pero tanto al museo como al parque los mató la política", dice la dirigente. Uno de los proyectos expositivos más recordados fue Caballo de Troya, una curaduría colectiva cuyo eje temático fue la supervivencia dentro de la cárcel vecina. "María Isabel Álvarez entraba todos los martes y jueves con un grupo de artistas", cuenta Meneses en el libro Memorias del museo. La línea social continuó con experiencias como Niños de la calle, curada por Ariel Jiménez, e Inocentes, en la que el artista Iván Hurtado abordó el tema de los niños víctimas de la violencia en Colombia. El ex curador del Mujabo Carlos Palacios recuerda que la institución dio puerta franca a los artistas catienses a partir de la exhibición Del lado oeste. "Fue muy interesante formar parte de un museo que en un principio iba a ser de arte contemporáneo, pero cuyas circunstancias sociales y urbanas orientaron hacia la comunidad. El museo tomó el pulso de la calle. Lamentablemente ha habido cambios institucionales dirigidos a anular las instituciones —como la creación de la Fundación Museos Nacionales— que han estado avalados por sus directores, que son cómplices de la situación". Los trabajadores que quedan se concentran en el mantenimiento de la fachada Taller de museografía El Mujabo y Unearte firmaron un convenio a principios de semana, señala una fuente vinculada con la Fundación Museos Nacionales que pidió mantener su nombre en reserva. El documento confirma que el museo pasará a ser un ente adscrito a la universidad, que funcionará como espacio práctico para la cátedra de museología, conservará su nombre y tendrá su propia programación. En las próximas semanas será reinaugurado con una exposición de la artista Valentina Álvarez. No queda claro qué pasará con la colección, que permanece en la Galería de Arte Nacional mientras la bóveda en la que estaba resguardada que tiene una filtración es reparada. La situación de los trabajadores también es incierta. A sólo seis de ellos se les permite la entrada. El resto aún no sabe si los trasladarán a otro museo o si los liquidarán.

miércoles 26 de enero de 2011

Museo Jacobo Borges

por Lorena González Publicado en EL NACIONAL 25 DE ENERO DE 2011 · Zoraida Irazábal formó parte de la junta directiva del Museo Jacobo Borges desde su inauguración, en 1995. Trabajadora cultural enfocada en el arte como una experiencia capaz de otorgar un beneficio real a la sociedad, compartió con entusiasmo las líneas de Manuel Espinoza, artista, docente, gestor cultural y asesor de varios museos, quien siempre tuvo como norte extender los linderos de la actividad creadora y las posibilidades discursivas de la obra hacia otros territorios. El fomento de estos espacios —que a través de la herramienta educativa lograron que el discurso artístico trascendiera lo contemplativo para gestar nuevas oportunidades vitales en el espectador— fue una acertada práctica que no sólo ejercitó como director de varias instituciones culturales del país, sino que también constituyó una ganancia heredada por muchos de los que trabajaron a su lado, la mayoría de los cuales presidieron los museos venezolanos durante los años noventa. En este contexto contemporáneo y activo, preocupado por el entorno y sus diatribas, en el que la prioridad era desentramar para el otro esos puentes de lectura y relaciones que la obra de arte trazaba en el ámbito nacional e internacional, nace el Mujabo. Cuenta Irazábal que el reto era múltiple: había que brindar a la población catiense un contacto profundo con lo visual, establecer una conexión que les permitiera apropiarse del espacio, formar parte de él, integrarse a sus salas y a sus exposiciones, ser los protagonistas. Desde los inicios, tanto su directora, Adriana Meneses, como todo su equipo curatorial, museográfico, educativo y gerencial así lo hicieron. El primer paso fue llamarlo Jacobo Borges, en honor de ese crítico e irreverente maestro venezolano originario de Catia. Durante su ejercicio, este museo completó vivencias estéticas que hoy en día constituyen la avanzada mundial de lugares cuyo norte es enlazar las estrategias del arte contemporáneo con la producción creativa y la acción comunal. Los resultados de estas transferencias simbólicas se encuentran reflejados en exposiciones en las que los artistas profundizaban en el entorno, como Caracas retratada (1995), Cuarta pared (1996) o la controversial Caballo de Troya (1997), colectiva que reflejó la dura realidad del Retén de Catia, e incluía proyectos artísticos de los propios presos. Del mismo modo se dio prioridad a la exhibición de autores del oeste, junto con propuestas de rescate del arte popular en todas sus facetas, así como la invalorable labor desprendida del intercambio educativo que con ahínco se llevó adelante. Había radios comunitarias, talleres literarios, deportivos y musicales, grupos de danza, centros de información, atención para comunidades en situación de riesgo, asociaciones de vecinos, formación en el área editorial y periódicos como el tabloide bimensual Páginas Abiertas, en el que se reivindicaba la memoria y la actualidad de la zona. En 1997 la comunidad celebró la demolición del Retén de Catia, una de las cárceles más inhumanas de Latinoamérica. En el fuero interno de la institución, que también celebraba, resonaba la afirmación de su esencia: convertir la creatividad en un bien cultural que pudiera otorgar una mejor calidad de vida a poblaciones en conflicto. Hoy las voces directivas de la cultura paradójicamente alaban la miseria y momifican el abandono del pueblo en las salas de los museos, y justifican así su ineptitud para el crecimiento social a través del arte con una perversa exaltación museográfica de la pobreza. Ante la crisis museística, la posibilidad del cierre del Mujabo o la transformación de su perfil, sólo resta preguntar, parafraseando al gran poeta Caupolicán Ovalles: ¿Hasta cuándo duerme usted, señor (ministro)?

lunes 24 de enero de 2011

Entrevista // Sergio Antillano, ex director del Museo de Ciencias "Hoy los museos son más elitescos"

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 24 de enero de 2011 "Ahora las galerías son dueñas del discurso del arte, porque en los museos no está el arte ni los artistas" Sergio Antillano se une a quienes sostienen la tesis de que hoy ya no existen museos en Venezuela. Así de tajante es la afirmación del ex director del Museo de Ciencias, quien además asegura que las instituciones culturales están sufriendo una especie de "elitismo extremo", pues el sector oficial no se encuentra interesado en conversar ni siquiera con los artistas sobre lo que deben ser los museos nacionales. "Hoy en día lo que queda de los museos -porque soy de quienes sostienen la tesis de que hoy ya no hay museos en Venezuela- son unos bocetos de lo que una vez fueron", afirma el también ingeniero. -¿Qué cree que buscan, entonces, los dirigentes de los museos venezolanos? -Creo en lo que ha dicho María Elena Ramos (ex directora del Museo de Bellas Artes), quien afirma que ellos están buscando desmontar la institucionalidad. Una de las cosas que hay que tratar de recordar siempre es la naturaleza de las cosas. ¿Para qué son los museos? ¿Qué son los museos? El museo es un ente que debe decodificar a la sociedad; identificar los elementos de identidad cultural; legitimar y validar; divulgar y popularizar; desarrollar capacidades perceptivas y expresivas del ciudadano; propiciar el diálogo y el encuentro; registrar y adquirir el Patrimonio natural y cultural; asesorar al Estado y fomentar y promover al país. Eso debe ser un museo. Sé cuál es el concepto que tiene el señor Francisco Sesto -ministro de Cultura- porque se lo oí expresar delante de mí en una mesa. -¿Cuál es ese concepto? -Él (Francisco Sesto) dijo una vez: 'A mí no me gustan los museos. Los museos secuestraron el arte'. ¡Ese es un discurso demagógico! Hay un factor ideológico en la cosa. Se busca el desmontaje de la institucionalidad, porque así borras la memoria y eliminas las posibilidades. Por ejemplo, me acuerdo muy bien de una frase de Fidel Castro cuando dijo: '¿Por qué odian a la revolución cubana Porque demuestra que la revolución es posible'. Es lo mismo, ¿por qué odian a los museos? Porque los museos habían demostrado que el encuentro, la tolerancia, el diálogo, los sitios para la confluencia de todas las formas de pensamiento eran posible. -Pero el discurso del gobierno ha sido que los museos eran elitescos. -Claro, porque ellos confunden las cosas bien hechas con lo elitesco. Si a los museos había que mejorarlos en público, en influencia sobre la sociedad, en acceso de la sociedad hacia ellos, eso es lo que menos han hecho. Eso demuestra la falsedad de su planteamiento, porque hoy en día los museos son más elitescos que nunca. Los museos hoy tienen muchísimo menos público, el colectivo participa menos en su programación, ni los que trabajan ahí. Ni siquiera convocan a los artistas ni a los Consejos Comunales. La programación de los museos está concentrada en el Ministro de la Cultura y sus inmediatos colaboradores. Las adquisiciones están concentradas en si a Francisco Sesto le da la gana o no de sacar un cheque para comprar una obra. El argumento de que los museos eran elitescos está desmontado por los hechos. -Bajo la premisa de que los museos eran elitescos, minimizaron las exposiciones individuales... -¿Pero a qué se refiere el carácter elitesco? Creo que elitesco tiene que ver primero con el acceso del público a los bienes del museo. Eso ellos no lo han hecho mejor que antes. El discurso de las exposiciones individuales es tan falso que le dieron más bien a las galerías un espacio amplio. Ahora las galerías son dueñas del discurso del arte, porque en los museos no está el arte ni los artistas. Con los hechos está demostrado que estos museos no son más populares, no manejan conceptos de cultura mucho más amplios que los que manejaba, por ejemplo, el Jacobo Borges. A ese museo lo terminaron, lo acabaron. -En este panorama, ¿el Museo Jacobo Borges era elitesco? -¡No! Nunca lo fue. Es más, que le pregunten al vicepresidente de la República, Elías Jauja, si cree que el Jacobo Borges fue un museo elitesco. Para hacer esa barbaridad, él (Francisco Sesto) escogió el peor. Ha acabado con todos, pero este lo hizo muy evidente. Era uno de los museos que manejaba un concepto cultural más abierto, que incorporaba expresiones de la cultura de masas. -Desde que en 2001 comenzaron a despedir a los directores de los museos se ha generado el rumor de que el Gobierno quiere cerrarlos. ¿Esto pasará? -Si uno agarra y dice que son los museos y hace una comparación con esa teoría, que cada quien saque sus propias conclusiones. ¿Cuál museo está decodificando las señales y los lenguajes de la sociedad? ¿Cuál museo se está ocupando de estudiar la estética gubernamental? -En el Museo de Arte Popular, por ejemplo, se exponen los logros de la Revolución Bolivariana... -Pero ahí no hay reflexión crítica, no hay análisis, no hay decodificación del lenguaje. Simplemente son lugares de propaganda de la acción oficial, mas no análisis de la sociedad. Los museos sirven como un espacio en donde usuarios y especialistas confluyen para analizar y reflexionar sobre los elementos de la identidad cultural. ¡Eso no está pasando hoy en los museos! -¿Si no hay análisis en los museos, qué hay? -Son grandes galerías donde expones cualquier cosa. El señor Sesto ha convertido los museos en galerías. -Entonces, ¿se engañó al pueblo al decir que lo que se busca con los museos era acercarlos a la comunidad? -Los hechos demuestran que sí. Cuando se analiza lo que pasa en los museos, se generan tres factores: Primero, la ignorancia; hay gente en los cargos que no tiene suficiente información ni formación. Algunos como Manuel Espinoza, quien no peca por ignorante, y Francisco Sesto, que tampoco es ignorante, pecan por el segundo factor: el fanatismo ideológico. Ellos han tenido claro que desmontar estas instituciones era eliminar el modelo de excelencia. Y el tercer factor es el resentimiento. Cuando salí del Ciencias lo dije: creo que Sesto es un pintor frustrado. Seguramente nunca fue aceptado en un Salón Nacional de Arte y la mejor manera es decir que son elitescos. ¡Chico, aprende a pintar y a desarrollar tus habilidades para que el público y los investigadores te respeten! Claro, pero ganó el premio gordo.

El "síndrome pastor de nubes"

Por TULIO HERNÁNDEZ Publicado en EL NACIONAL 23 de Enero de 2011 1. Lo recuerdo como si hubiese ocurrido ayer. Eran los años de la primera presidencia de Pérez, el entusiasmo ucevista por el MAS y el MIR y grandes manifestaciones en reclamo de presupuesto. En uno de esos días, varios compañeros de Sociología vimos a alguien que, lata de spray en mano, estaba a punto de rayar el Pastor de nubes, la pieza de Jean Arp que alegra la Plaza del Rectorado. Tratamos de impedirlo. Sugerimos que no hay nada heroico en maltratar sin necesidad una obra de arte, que había lugares mejores para hacer pintas, que además de museo gratuito al aire libre, la UCV era de todos, y otros argumentos semejantes. El ultra se volteó a mirar a los veinteañeros que éramos, se tocó la pistola que llevaba al cinto y con un arrogante rictus de desprecio, nos dijo: "¿Y para qué quiero yo una universidad bonita si está al servicio de la burguesía?". Se giró de nuevo, presionó la válvula y, para nuestro estupor, una gruesa ráfaga de pintura negra fue a dar, como un escupitajo de odio, sobre el brillante bronce de la escultura. 2. La escena fue para nosotros una revelación. En aquel momento entendimos que había algo extraño, bárbaro y perturbado en aquel razonamiento un tanto elemental que justificaba la destrucción, o por lo menos los daños graves, a una obra de arte público en el hecho de que en el país existían muchas injusticias sociales. Con el paso del tiempo, entendimos que no se trataba de una excepción sino de una ideología fanática y enferma ­en memoria de aquel incidente, me gusta llamarle el "síndrome pastor de nubes"­ que genera en quien la padece una disminuci ón del entendimiento y una manía de rechazo a todo tipo de acto, objeto, institución o espacio asociado a la belleza, el arte y la estética en el entendido de que estas dimensiones de la vida colectiva son cotos cerrados de las élites que excluyen, así suelen hablar las víctimas del mal (léase con voz engolada y tono payasamente epopéyico), a "las mayorías empobrecidas que aguardan irredentas por su liberación". 3. El síndrome ataca de nuevo. Ahora desde el poder. Una de sus víctimas más notorias es Pedro Calzadilla, actual viceministro de Cultura. Calzadilla, como nadie, ha logrado resumir, en muy pocas palabras, los síntomas claves de la dolencia. En referencia a la manera como los museos nacionales están siendo convertidos en refugios de emergencia para los damnificados de las recientes inundaciones, el vice ha dejado caer la siguiente perla: "Los museos fueron durante el puntofijismo los templos de la oligarquía... y verlos trocar en espacio que alberguen a nuestro pueblo debe ser motivo de satisfacción para nosotros" (sic). Obviamente, los voceros oficiales desprecian la inteligencia de los demás. ¿Quién puede creerse el cuento tonto de que depositar familias sin techo en los museos nacionales es una performance cuidadosamente planificada, y casi poética, que debemos celebrar como un acto revolucionario? Algo no cuadra. Si el problema es que el arte es elitesco, ¿entonces por qué castigar a los museos y matar al mensajero, en vez de hacer programas eficaces de acercamiento de las artes al ciudadano común? Si es de techo y vivienda, ¿por qué en diez años, con todo los recursos y los hilos del poder en sus manos, no construyeron viviendas dignas que garantizaran seguridad a sus ocupantes? Y si es de emergencia, ¿por qué no crearon una bien dotada red de refugios para catástrofes como las que existen incluso en países muy pobres como Cuba? El viceministro miente a conciencia. Él sabe, porque es un historiador bien formado, que la decisión de ocupar los museos es una salida populista desesperada, un ejercicio de improvisación y una práctica innecesaria que contraviene todos los acuerdos internacionales de protección del patrimonio firmados por Venezuela. 4. Calzadilla entra a la vieja GAN. Lágrimas visitan sus ojos cuando ve a un pequeño damnificado jugando con su barquito en el espejo de agua de Villanueva. Piensa que el pueblo es la verdadera obra de arte, la única que vale la pena preservar. Camina hasta el Carlota Corday, la obra de Michelena. Saca el spray que lleva bajo su chaqueta. Pulsa la válvula y escribe: "¡Patria, socialismo o muerte!". Sonríe y mira a cámara, mientras piensa para sí: "Y perdonen la redundancia".

sábado 22 de enero de 2011

En peligro obras trasladadas del Museo Jacobo Borges

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 19 de enero de 2011 Sí, las más de 200 obras de la Colección del Museo Jacobo Borges llegaron a la bóveda de la nueva sede de la Galería de Arte Nacional, como se había prometido. Sin embargo, las condiciones en las que se encuentra el depósito de la GAN, ubicado en la avenida Bolívar, pone en peligro su conservación. Así lo aseguró uno de los trabajadores de la GAN, quien prefirió no decir su nombre por temor a represalias. "Todas las obras llegaron. Desde el mes de diciembre se comenzó a trabajar en el traslado de la colección del Jacobo Borges. La lista de piezas solamente la maneja las personas de confianza de la directiva. Aquí el problema no es la seguridad de las obras, porque el control de acceso a las bóvedas es estricto. El problema es el estado en el que se encuentran apiladas, sin el control de humedad ni de aire, sin su estantería. ¡Están padeciendo las obras!", se lamenta el trabajador. La nueva sede, que fue inaugurada en abril de 2009 por el entonces ministro de Cultura, Héctor Soto y el presidente Hugo Chávez, aún no ha sido terminada. Su bóveda, que tiene una superficie de 1.500 metros cuadrados y una altura de 6,5 metros, no cuenta ni con los rieles ni con el control de aire y humedad necesarios para conservar las piezas. El diseño original de la bóveda coloca a las obras en rieles a unos 30 o 40 centímetros del piso. Pero aún a la Galería de Arte Nacional no han llegado esos rieles, por lo que las obras tan solo están montadas encima de una base que no permite que toquen el piso. "Las obras que llegaron están embaladas, pero otras no. Así que están colocadas en columnas, paraditas una detrás de las otras. Pero se hacen peso, porque no están montadas en parrilleras", asegura otro trabajador de la GAN. Incluso, las obras de papel que salieron del Museo Jacobo Borges bajo la justificación de que en la Galería de Arte Nacional estarían en mejores condiciones, se encuentran en la bóveda de la nueva sede, también apiladas. El depósito adecuado debería contar con un mobiliario especial con parrilleras, planeras, deshumidificador (aparato para condensar la humedad) y una temperatura constante de 20º centígrados. Las obras de papel del Jacobo Borges no se encuentran en estas condiciones. "Las obras de papel de la Galería de Arte Nacional se encuentran en la vieja sede ubicada en el Museo de Bellas Artes (MBA) por la simple razón de que en la nueva sede no hay condiciones para tenerlas. Por eso me pregunto: ¿Cuáles son las razones para tener un grupo de obras dentro de la bóveda de la nueva sede y otra en la de Bellas Artes? Nadie nos ha podido explicar eso", suelta con rabia uno de los trabajadores. Por esa razón, en las bóvedas del MBA permanecen la gran mayoría de las 7.300 obras de la colección de la Galería de Arte Nacional. En la nueva sede se encuentran, según cálculos de uno de los trabajadores, entre 700 y 800 obras. Estas son algunas de las piezas que quedaron por fuera de la exposición Colección permanente de la Fundación Museos Nacionales. Arte Venezolano; unas 200 piezas que fueron prestadas por el Museo Arturo Michelena para la muestra Arte Venezolano y que aún no son devueltas; y las recién llegadas obras de la colección del Jacobo Borges. "Nos extraña mucho que ese préstamo del Arturo Michelena no haya sido devuelto. Quizás sea porque ahora se llama Colección Fundación Museos Nacionales, y ahora las instituciones no tienen derecho a sus obras.

El Museo Alejandro Otero

por Lorena González Publicado en EL NACIONAL 11 DE ENERO DE 2011 · ESCENAS/2 Este fin de semana visité el Museo Alejandro Otero. Era domingo. Mientras me acercaba a la ruta de la autopista que lleva desde Plaza Venezuela hasta la entrada del Complejo Cultural La Rinconada, un cúmulo inevitable de recuerdos se apoderó de mí. Más de mil mañanas en aquella travesía de ida hacia los linderos de la ciudad; más de mil tardes de regreso aliviando la carga laboral con un Ávila a contracorriente, iluminado por las franjas transitorias e intensas de la tarde caraqueña, que culmina el paso por la arteria vial donde elaboraba en silencio —o en la compañía de los colegas— el resumen del día, los pasos encontrados, los proyectos por venir. Comencé a trabajar en el MAO en el año 1998, cuando aún no culminaba mis estudios en la Escuela de Letras de la UCV. Para ese entonces no tenía definida mi vocación como investigadora de artes visuales, pero el contacto con una institución que aunque modesta tenía líneas de investigación muy bien definidas, así como con la solidez, generosidad y compromiso de los profesionales que allí trabajaban, abrió los caminos de lo que hoy en día es mi profesión. En ese momento el museo ya contaba con un recorrido de valiosos proyectos expositivos, educativos y comunitarios. Exposiciones colectivas como Trasatlántica (1995), Sin fronteras (1997) o Cuerpos contaminados (1999), junto con individuales como Guillermo Kuitca en Caracas (1998), Tunga: 1977-1997 (1998), Sin título, Caracas. Félix González Torres (2000) o Stan Douglas (1998), entre muchas otras, convirtieron a esta institución en una referencia dentro del arte contemporáneo latinoamericano. Repasar la historia de su descomposición posterior sería traer a la luz un pertinente ejemplo de esa pérdida de autonomía administrativa, conceptual, estructural y formal que hoy amenaza a otros entornos de producción del conocimiento en Venezuela, como es el caso de nuestras universidades. En el transcurso de los últimos 6 años, a pesar de la resistencia de los trabajadores, la ruina parece ser el epicentro de acción más relevante de los museos capitalinos. Hoy, el Museo Alejandro Otero fue despojado de sus posibilidades expositivas para alojar a 350 damnificados por la grave situación de las lluvias, un grupo humano producto de la lamentable incompetencia gubernamental para otorgar una vida medianamente equilibrada y digna a ese "pueblo" tan nombrado y tasajeado a su vez por las fauces del populismo estatal. En la sala 1 todavía persisten los restos museográficos de una exposición recién desmontada; una muestra curada a mediados de junio por los investigadores Indira Aguilera y Simón Conde dentro del programa de estudio del patrimonio, en la que se reunía la obra de artistas como Gego, Eugenio Espinoza, Sigfredo Chacón y el propio Alejandro Otero. Bajo el desvencijado título La ironía de la retícula, la tarde de este domingo me encontré con la silueta de una anciana perdida en la penumbra de la sala. La oscuridad no apagó el eje de su mirada, superponiéndose a la sombra la fuerza de su desconcierto. Detrás de ella los restos de escombros, literas, ropa y utensilios se ocultaban entre los fragmentos de la panelería todavía presente en el espacio expositivo. Me di la vuelta en medio de los niños que corrían. Mientras salía, no dejaba de pensar en la "ironía de la retícula" y en el ánimo de esta mujer... tan abandonada, deshabitada y extraviada como aquel lugar sin norte que tanto significó y que ahora le ofrece abrigo temporal. Así comienza el año para la cultura en el país.

Luis Pérez-Oramas: «La situación de los museos es vergonzosa»

Por CARMEN V. MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL 17 DE ENERO DE 2011 LUIS PÉREZ-ORAMAS Al venezolano le preocupa el estado de las colecciones El curador del MOMA lamenta la dispersión del patrimonio artístico nacional. En su opinión, el deterioro de las instituciones culturales es una irresponsabilidad del Estado, que se da justo en el momento en que el resto de América Latina vive un momento de esplendor museístico Luis Pérez-Oramas, curador de arte latinoamericano del Museo de Arte Moderno de Nueva York, no puede poner un pie en Caracas sin visitar los museos en los que confrontó a Armando Reverón por primera vez. Sin embargo, las instituciones que alguna vez lo llenaron de orgullo hoy son para él fuente de preocupación, tanto por el tratamiento que se hace de las colecciones como por los textos que acompañan las exposiciones, que a su juicio son erróneos y falsean verdades históricas. —Los ojos del mundo están puestos en Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela. ¿A qué se debe el creciente interés que hay por el arte latinoamericano? —Pienso que todos los eventos tienen muchas causas, no una sola. Son muchas las instituciones museísticas de referencia internacional que están revisando los patrones según los cuales narraban la historia del arte moderno; en muchos lugares se está redescubriendo (y en algunos casos descubriendo) escenas artísticas que no fueron consideradas por esas narrativas en el pasado, entre ellas las modernidades latinoamericanas, que incluyen la venezolana. Por otra parte, hay un momento de eclosión museístico en América Latina del cual lamentablemente Venezuela está excluida. La situación de los museos en el país es simplemente vergonzosa y preocupante, pero en el resto de América Latina, en México, Colombia, Puerto Rico, Brasil, Chile, Perú, Ecuador y Argentina, hay una real eclosión. Se crean museos enfocados creativamente en el arte latinoamericano, así como colecciones públicas, algunas sostenidas por iniciativas privadas, que ofrecen una mirada nueva a la modernidad latinoamericana, en la cual se inscriben muchos artistas del país. Un último elemento a considerar es que ha habido lo que yo llamaría una diáspora de profesionales venezolanos hacia el resto de América Latina y el mundo, entre los cuales me encuentro. —¿Por qué se siente parte de una diáspora, si a usted no lo botaron de ningún museo? —Ser parte de una diáspora no implica necesariamente que te hayan botado. Los intelectuales que se fueron de Alemania con la llegada del nazismo lo hicieron antes de que los botaran; lo mismo puede decirse de quienes abandonaron la Italia de Benito Mussolini o la España de Francisco Franco. La diáspora no necesariamente implica que te expulsen; puede darse porque las circunstancias de trabajo en el lugar donde te formaste no son las más propicias. Eso es lo que está pasando; los intelectuales y profesionales venezolanos ligados a los museos, que vivimos un momento de oro de las instituciones culturales nacionales que lamentablemente ya no existe, trabajamos ahora en otros lugares, pero el país lo llevamos con nosotros y lo proyectamos donde estemos. —¿Aprovechó su estadía en Caracas para visitar los museos? —Sí, trato de hacerlo siempre. Estuve en la nueva sede de la Galería de Arte Nacional, en el Museo de Bellas Artes y en el Museo de Arte Contemporáneo. Me voy con un gran sentimiento de perplejidad. Creo que hay un momento muy triste en la exposición del patrimonio artístico nacional. Opino que en los museos hay una gran falta de responsabilidad con la comunidad, que tiene que saber que la nación produjo obra; sus artistas se empeñaron en hacerlo brillantemente, y no sólo en los últimos 50 años. En un momento dorado de nuestra historia cultural el Estado hizo colecciones sobresalientes, pero hoy están dispersas por la manera como están exhibidas. Además, los textos que leí en la GAN son políticamente cuestionables; implican un manejo irresponsable de los contenidos, son equívocos y falsean la verdad histórica. —¿Qué le dejó la retrospectiva de Armando Reverón en el MOMA? —Me dejó muchas satisfacciones y muchas preguntas. La mayor satisfacción fue que me consideré un elemento dentro de un equipo muy grande, eso es importante decirlo, que hizo posible esa exposición, y fui parte de un proyecto muy grande, que luchaba por ofrecer una visibilidad a la obra de Reverón en el contexto de la modernidad internacional, que un museo como el MOMA pudo darle. También me dejó muchas preguntas, entre ellas cómo insertar en las narrativas canónicas del arte moderno una modernidad diferente como la de Reverón. Luego, en el MOMA ha sido un placer incorporar alguna que otra pieza de Reverón a la colección y llevar su obra a las galerías permanentes. También tuve el gusto de incluirlo en una muestra de arte latinoamericano del siglo XX que organicé para el Museo del Estado de Nueva York, en la que Reverón estuvo al lado de Rufino Tamayo, Wilfredo Lam y Amelia Peláez, que son sus contemporáneos de la décadas de los años veinte y treinta. —¿Qué otros artistas despiertan su interés en este momento, aparte de la brasileña Lygia Clark, cuya retrospectiva organiza? —Preferiría no dar nombres. A mí me sigue interesando comprender cómo la modernidad en América Latina fue un intento por producir un contexto nuevo para el arte latinoamericano, y cómo es hoy una referencia de lectura de los artistas contemporáneos. Me interesa descubrir qué queda de la modernidad en la obra de artistas contemporáneos como Jaime Gili, que nos rodea en esta sala de Los Galpones. Hay un sistema consistente de producción contemporánea en América Latina releyendo críticamente el legado moderno. Eso es fascinante. —Paradójicamente, la cultura oficial le echa tierra al legado moderno. ¿Hay posibilidades de examinar la modernidad, que en el país ha alcanzado el estatus de "promesa incumplida", sin contaminar con la política la discusión? —Yo diría que no. La modernidad es polémica y los antimodernos existen desde el primer día de la modernidad y van a seguir existiendo. Los que creemos que la modernidad implicó un paisaje muy complejo y creativo y un gran legado humanístico también somos muchos. Creo que el tema será siendo controversial. Ciudad sin consenso El deterioro de Caracas como espacio de convivencia es otra de las preocupaciones que se lleva Luis Pérez-Oramas de su visita más reciente. "Me preocupa el espacio escénico de la ciudad. No los peleamos entre todos. Hay gente que hace adiciones imposibles y lamentables a edificios hermosos. Hace falta una cosa por la que el fallecido arquitecto William Niño luchó: una verdadera dinámica para entender la ciudad como la condición de habitabilidad política de la sociedad. Ha habido un momento de deterioro de las obras públicas, seguido por iniciativas incluso oficiales de restauración que hay que reconocer, pero no hay una dinámica colectiva ni un consenso sobre el tema, porque no hay un diálogo".

Deshecho en socialismo, construido en democracia

Por Milagros Socorro Publicado en Código Venezuela 13 de Enero 2011 En medio del silencio cómplice de los artistas y escritores que todavía apoyan al régimen, éste ha desmantelado el Museo Jacobo Borges, institución cultural del oeste de Caracas, El Museo Jacobo Borges, de Catia, ha sido cerrado. La excelente crónica de Dubraska Falcón, en El Universal, describe el paisaje de escombros a que ha sido reducido el que fuera la infrestructura cultural por excelencia del oeste de Caracas. Lo más asombroso del relato no es la destrucción del museo, finalmente un hito más en el trapiche del régimen, sino el sigilo con que lo abandonó su último director, un tal Miguel Issa, quien con esto ingresa a la historia de Venezuela por la puerta, minúscula y trasera, como enterrador del Museo Jacobo Borges, incapaz de murmurar una frase de protesta o de advertencia al país cuyo patrimonio ha contribuido a desmedrar.El MuJaBo había sido inagurado durante el segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez. En 1989, el entonces gobernador del Distrito Federal, Virgilio Ávila Vivas, concibió la idea de hacer un museo para el oeste de la ciudad y se dirigió a Sofía Imber para que ésta, creadora y gran promotora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, lo dirigiera. Ya se sabe que quien estaría al frente en su paertura sería su hija, Adriana Meneses Imber. El 3 de diciembre de 1993, César Rodríguez, gobernador del Distrito Federal, hizo la inauguración parcial del Museo del Oeste, al dejar instaladas algunas salas del proyecto. Cuando las construcciones estuvieron terminadas, la institución fue inaugurada, el 9 de julio de 1995, con el nombre de Museo Jacobo Borges, por el presidente Rafael Caldera, quien estuvo presente en compañía de Asdrúbal Aguiar, entonces titular de la Gobernación del Distrito Federal, despacho que financió las obras del Museo a lo largo del periodo 1989 – 1995, etapa en que en ese mandato fue ejercido por Virgilio Ávila Vivas, César Rodríguez, Antonio Ledezma y Asdrúbal Aguiar. -La primera evaluación que podemos hacer del impacto del Museo en la comunidad –dijo Adriana Meneses, en ocasión del décimo aniversario de la institución- el número de visitantes que acuden a las salas. Se trata de personas que normalmente no iban a los museos, que sentían que los museos no eran parte de su vida, y ahora vienen a éste. Lo percibimos cuando vamos a Lomas de Urdaneta o a Isaías Medina y los miembros de estas comunidades saben del Museo, sienten que les aporta algo a sus vidas, saben que pueden venir a los talleres y que inclusive nosotros estamos abiertos a experiencias totalmente novedosas como institución cultural. Nosotros entendimos desde el primer día que la cultura debe ser un elemento de transformación social, de mejora de la vida de la gente. Eso lo dijimos cuando abrimos nuestras puertas al público hace diez años. Y, también, que todo ser humano tiene la propiedad de ser un creador; por eso esa frase está inscrita en la entrada de la institución: “Todo hombre es un artista”. Por su parte el artista Jacobo Borges, figura de fama mundial, dijo en aquella oportunidad que el museo que llevaba su nombre era “un lugar de encuentro no sólo en el sentido de que la gente viene y coincide en sus instalaciones. Es la metáfora del encuentro de las ciudades que conviven en Caracas divididas por una línea invisible. “Desde el principio, el Museo ha estado animado por la voluntad de ser una cosa diferente, de estar integrado a una comunidad. Con ese criterio, al mismo tiempo que reconoce la particularidad de la zona, admite la universalidad de la cultura, la universalidad del ser, porque la universalidad de la cultura es, simplemente, la del ser. Y el público es igual, nosotros tenemos un público de Catia, popular, algunas veces muy grande, y tenemos un público del este. El Museo ha ido integrando esas singularidades y está contribuyendo a que se encuentren las diferentes culturas de la ciudad, con sus tensiones y divergencias”. Precisamente eso es lo que el régimen ha contribuido a impedir.

Museos a reventar

Por ROLDÁN ESTEVA-GRILLET Publicado en TalCual 16 de Enero de 2011 Si hasta hade unos meses, el eterno ritornello, al pensar y comentar sobre los museos, era su ausencia de público, de salas vacías y pobre programación, cuando no de declaraciones intempestivas e irresponsables, propias de la insensatez y petulancia ministerial, en contra de cualquier principio de la museología contemporánea; hoy, finalmente y gracias a la criminal imprevisión revolucionaria, las autoridades pueden refocilarse tapándole la boca a quienes hemos criticado, no sin razón, el abandono de estas valiosísimas instituciones, reducidas a paquidermos inútiles por no haberse dedicado a lo que cualquier museo en el resto del mundo —incluida Cuba y China— considera su misión. Para los burócratas bolivarianos, esos museos atesoraron obras de arte que sólo podían ser apreciadas por gente de cultura refinada y rica. No han ido al Hermitage. Se lamen sus colmillos ahora que por fin hay gente en los museos, con sus colchonetas, baños químicos, bebés llorando por sus biberones, soldados custodiando para que nadie más se meta y no haya pleitos, y la angustia de todos reflejada en el rostro por un futuro que se pinta tétrico; pero salvaron sus vidas si bien no sus pertenencias. Los museos sirven ahora para paliar la pérdida de innumerables viviendas precarias, levantadas en pendientes o en el cauce de quebradas o ríos, y para esconder el mayor fracaso de este gobierno supuestamente popular: la construcción de viviendas para el pueblo. La gente no está ahí para admirar nuestro patrimonio artístico —que ha debido desalojar las salas e irse al depósito hasta nuevo aviso—, sino para sobrevivir. Puede darse por satisfecho el gobierno chavista al tener gente almacenada en los museos —llamarlos albergues es una muestra más de cinismo—, pues su función se había reducido al mínimo en todos los aspectos: investigación, publicaciones, visitas guiadas, exposiciones, adquisiciones, público, etc. Para los empleados, ahora, es un reto pues tienen en sus manos un público cautivo al que habrá que entretener por mientras, sólo que este "mientras-tanto" no es por el chaparrón, pues cuando pase los cautivos no tendrán para dónde coger, y el gobierno se olvidará de ellos en cuanto a la promesa de no permitirles el regreso a los barrios. Lo cierto es que saldrán primero de sus improvisados refugios, aquellos que están en múltiples escuelas dado que en enero tendrá que retomarse y reprogramarse el año escolar para evitar de su pérdida. En cambio, para beneplácito del gobierno, los museos no tienen que tomar ninguna programación suspendida pues no había ninguna importante, y en caso de que la hubiera, su suspensión resultaría desapercibida por todos. Así pues, bienvenidos los nuevos barrios de damnificados-dignificados-atentidos-refugiados, con los flamantes nombres de "Alejandro Otero", "Bellas Artes", "Arte Contemporáneo", "Jacobo Borges", "Cruz-Diez" y "Galería de Arte Nacional", como ya el mismo Presidente ha bautizado su barrio "Miraflores", en el segundo estacionamiento del edificio homónimo. Y el barrio "Sambil" también, pues será en 2030 cuando se instale la serie de comercios revolucionarios dedicados a vender franelitas del Che Guevara, los muñecos de Chávez y demás yerbas intoxicantes. Los museos se convertirán, siguiendo el ejemplo del "Alejandro Otero", en centros de formación permanente con talleres de cocina, corte y costura, cometas, trompos, juegos educativos, títeres, educación sexual y, quien quita, presenciaremos festejos de bautizos, primeras comuniones y hasta bodas. No descarto algún curso intensivo de Economía Cultural, dictado por el viceministro del ramo. Y si el arte se vuelve a manifestar en estos espacios recuperados para la vida del pueblo, lejos de la oligarquía apátrida, surgirán grupos de teatro que replantearán la tragedia que estuvo en el origen de tantos que ya ni se acuerdan, o instalaciones a base de colchonetas fuera de uso, regadas de miados y biberones vacíos, con baños químicos llenos de pintas esperanzadoras y sahumerios encendidos. El reglamento de participación se regirá por una sola norma: nadie puede usar la cara del Gran Benefactor, ni siquiera para agradecerle tanta bondad y comprensión, y no hablo de Chávez sino de Farruco, cuya humildad le impide recibir tales homenajes: él solo ha seguido el ejemplo del Líder. Por razones inesperadas, la revolución llegó de verdad verdaíta a estas vetustas instituciones, negadas hasta ahora a trasformarse en fábricas del Hombre Nuevo. En el mañana, alguien se acordará que en el depósito siguen aquellas obras que dieron origen a estos barrios pero ya será tarde pues las nuevas necesidades no las incluyen y su valor histórico habrá mermado al punto de convertirse en un feo lunar arrastrado del ignominioso pasado puntofijista, cuando se creía que las artes plásticas eran algo digno de preservar, estudiar y divulgar. Peor, ni Stalin.

Cuatro museos en la incertidumbre

Por CARMEN VICTORIA MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL 14 DE ENERO DE 2011 Cambios administrativos, traslados de obras, fusiones y despidos opacan el circuito oficial de las artes visuales Expuestos al desconcierto Los museos Arturo Michelena, Alejandro Otero, Carlos Cruz-Diez y Jacobo Borges viven sus días más inciertos El Mujabo, el MAO, el Cruz-Diez y el Michelena podrían desaparecer La incertidumbre se cierne sobre cuatro museos caraqueños Fusiones, cierres y cambios de perfil se barajan en las oficinas del Ministerio de la Cultura Se estudia unir el Museo Carlos Cruz-Diez con el de Arquitectura Los museos Alejandro Otero, Arturo Michelena, Carlos Cruz-Diez y Jacobo Borges podrían dejar de existir este año, por lo menos con los nombres, obras, nóminas y perfiles que tienen actualmente. Cambios administrativos, cierres temporales, traslados de obras y de personal y fusiones institucionales propuestas por el Ministerio de la Cultura tejen un manto de incertidumbre sobre el destino de cuatro de los ocho centros expositivos que integran el circuito oficial de las artes visuales en Caracas. El primer paso se dio en el Museo Jacobo Borges, que en agosto dejó de ser un ente adscrito a la Fundación Museos Nacionales para convertirse en un museo-escuela al servicio de la Universidad de las Artes. Su colección, integrada mayormente por obras de papel, fue trasladada a los depósitos de la Galería de Arte Nacional, con el pretexto de que estarían mejor resguardadas, indica Jorge Moreno, directivo del Sindicato de Trabajadores de los Museos. La situación se agravó entre noviembre y diciembre, cuando la institución comenzó a ceder sus activos, entre ellos la flota de vehículos en los que se trasladaban las obras, y liquidó a 23 trabajadores, más de la mitad del personal de las áreas de Registro, Conservación y Administración. "Este museo está desmantelado. Quedamos 12 trabajadores. La mayor parte de los compañeros fueron trasladados al Museo de Bellas Artes. Hay 7 personas en Seguridad y 2 en Mantenimiento, y quedan el especialista en montaje, un investigador y una persona que se encarga de las tareas administrativas. Al director Miguel Issa no lo vimos más nunca. Todo se ha hecho a espaldas nuestras. Nadie nos ha explicado qué va a pasar con el museo", asegura un empleado del Mujabo que pidió mantener su nombre en reserva, por temor a ser despedido. Issa, que se desempeña como vicerrector de Unearte, explica vía telefónica que no está autorizado para dar declaraciones a la prensa. Sin embargo, uno de sus colaboradores más cercanos en el Museo Jacobo Borges —quien también pidió mantener su nombre en reserva— asegura que la institución no será desmantelada, sino que vive una etapa de transición. "El museo conservará su nombre. Unearte le inyectará dinero y trasladará su propia colección a los depósitos. Quienes nos quedamos creemos que la medida permitirá recuperar la programación. Además de exposiciones habrá foros y conciertos. El cambio administrativo le devolverá la autonomía a la institución. En el pasado los directores estaban de manos atadas porque todas las directrices venían ya dadas". "Nunca fue un museo". La situación del Museo Alejandro Otero también es de pronóstico reservado. Sus 6 salas permanecen cerradas desde principios de diciembre, cuando fueron convertidas en refugio temporal de 350 damnificados por órdenes del ministro de la Cultura, Francisco Sesto. Aunque la colección permanece resguardada, comenzaron las renuncias y traslados de personal, señala Moreno, quien sostiene la teoría de que el museo será desmantelado lentamente, hasta lograr lo que no se pudo en 2008: su cierre. En esa ocasión, la Fundación Museos Nacionales intentó bajar la santamaría, pero los consejos comunales de La Rinconada lo impidieron. La decisión de usar sus instalaciones como refugio ha sido ampliamente cuestionada. Sin embargo, Sesto desestimó esta semana las críticas de Miguel Miguel, ex curador del Museo Alejandro Otero, y de otras figuras del mundo del arte, diciendo que las insuficiencias en la colección y la inadecuada infraestructura entorpecen su funcionamiento como ente expositivo. "El MAO nunca alcanzó el estatus de museo, sino apenas el de galería de arte", declaró al Correo del Orinoco. Katherine Chacón, ex directora de la institución, lamenta que ese sea el concepto que se tiene del que a su juicio fue uno de los motores del arte contemporáneo en el pasado reciente. "Al MAO lo hicieron entrar en un limbo. A pesar de lo que se dice, era un museo con un público, un perfil y una colección definidos. No podemos caer en la manipulación de que si no estás de acuerdo con que ahora sea un albergue es porque eres un desalmado. Se tiene que dar una discusión seria de cuál debe ser el destino de la infraestructura cultural del país, si vale la pena rescatarla o si la vamos a dejar perder". Barbas en remojo. En el Ministerio de la Cultura se estudia la posibilidad de fusionar el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz-Diez con el naciente Museo Nacional de Arquitectura, y también se habla de incorporar un supuesto Centro Nacional del Diseño a sus instalaciones, dice un trabajador de la Fundación Museos Nacionales que pidió mantener su nombre en reserva. Otra institución que cambiará de perfil es el Museo Arturo Michelena. Se estudia la posibilidad de convertirla en una sala externa de la Galería de Arte Nacional. La razón, extraoficialmente, es que en la GAN se encuentran las obras más emblemáticas del pintor valenciano. En los cuatro museos los trabajadores critican la falta de información oficial. La misma sensación tiene el crítico e investigador Gerardo Zavarce. "El sector oficial ha anunciado la necesidad de generar un nuevo perfil en los museos, pero no se dice en qué consiste. Me preocupa sobre todo el Museo Jacobo Borges, que de alguna manera nació como un museo experimental pensado para la comunidad, pero se transformó en otra cosa que no sabemos qué es". No pasó la prueba La desarticulación de la Fundación Museos Nacionales es una de las posibilidades que se estudian en el Ministerio de la Cultura. Desde mayo de 2010, cuando Francisco Sesto asumió interinamente la presidencia de la FMN y admitió que los espacios expositivos estaban en crisis por malos manejos, la institución que rige los destinos de 14 entes adscritos se ha convertido en un quebradero de cabeza para la cultura oficial. "Se habla de eliminarla e intentar regresar al esquema anterior, cuando cada director de museo administraba su presupuesto y decidía la programación. También he escuchado que quieren fusionarla con el Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio", dice un trabajador vinculado con la fundación. La sede de la FMN fue mudada el año pasado al edificio del Iartes, y 25 de sus 90 trabajadores fueron trasladados a la nómina de esa dependencia. La Fundación Museos Nacionales fue creada en 2005 para articular la labor de las dependencias museísticas y repensar el papel de los museos dentro del proceso político y social que vive el país. Sin embargo, el balance de su gestión es negativo. Fue a raíz de su creación que comenzaron los conflictos con los trabajadores por la puesta en marcha de un plan de igualación salarial y que se minimizó la programación expositiva, se dejaron de comprar obras y se abandonó la infraestructura de los museos. Paradójicamente, su desmantelamiento podría generar más problemas laborales. "No nos queda claro si los trabajadores transferidos perderán beneficios, ni lo que ocurrirá con el resto del personal de la Fundación Museos Nacionales, porque todas las decisiones se toman a espaldas de los empleados y nadie da la cara", señala Jorge Moreno, vocero de Sintramuseos. En seis años, la FMN ha sido presidida por Teresa Zottola, Zuleiva Vivas, Vivian Rivas y el propio Francisco Sesto, ministro de la Cultura.

El arte de la desesperanza en el Alejandro Otero

Por YOHANA SILVERA Publicado en TalCual · 19 de Enero de 2011 UNA CENTENA DE FAMILIAS AGUARDA BAJO LAS PAREDES QUE SIMBOLIZAN LA MODERNIDAD No hay aire acondicionado desde hace más de seis meses en el recinto. [Cortesía de www.confarruco.blogspot.com] No hay respuestas. Nadie tiene fechas ni cifras. Sólo horarios y preguntas, incertidumbres y disconformidades. Recuerdan el día que llegaron al Museo Alejandro Otero, el 5 de diciembre a las 3:00 am y se instalaron en colchonetas que ya están desgastadas. Con una certeza en la mente, la de no tener un techo y con esperanzas que ya están desgastadas también, relatan qué se siente vivir en un museo. Al principio no asaltan lamentos. "Aquí como bien, no tengo de qué quejarme", dice uno. "Todo está bien, dormimos en seis salas, casi sesenta personas en cada una. De la limpieza de los baños y la preparación de las comidas nos encargamos nosotros mismos", explica otro. De pronto alguien manifiesta: "¡qué bueno que vinieron! Nadie se ha acercado a ver cómo estamos viviendo. El 24 de diciembre vino la ministra Jennifer Gil, trajo unos regalos para los niños y se fue rápido. No pudimos hablar con ella, ni presentarle ningún reclamo. Nada". El norte de este centenar de familias es encontrar una vivienda. "Queremos un lugar donde vivir", es la respuesta a la única solución que aspiran. UN BOLETO A LA CALLE Sin embargo, una joven se acerca y manifiesta la oportunidad de explicar lo que sucede "allá adentro". "Están aplicando medidas de presión para que la gente se obstine y se vaya. Muchos han dejado su carnet y se han ido", insistió un padre de familia con preocupación. Este joven tiene un hijo, su suegra tiene cuatro. Esos niños forman parte de los más de cien infantes que viven allí, que tienen permiso pleno de jugar los fines de semana en la plaza que está frente al Museo. Allí corretean, abrazan a un Narváez, vuelan por los aires como súper héroes sujetándose de los círculos de acero inoxidable de una escultura de Pedro Vargas, que forman el Cromoespectro que adorna la fachada de la institución. Ellos también se convierten en titanes cuando tienen que asistir a clases. Se quedaron esperando que un transporte llegara por ellos en las mañanas, para que los trasladaran del Complejo Cultural de La Rinconada hasta Antímano, cerca del lugar donde crecieron, donde todo fue demolido para que no regresaran. SIN IDENTIFICACIÓN De las 350 personas que llegaron hace 45 días, ya nadie sabe cuántas quedan. "Nosotros no nos vamos porque no tenemos a dónde ir", afirma una mujer que no tiene casa ni identidad. Muchos están a la espera de un plan de cedulación. Otra promesa más. Perdieron todos sus documentos, son extranjeros o nunca tuvieron papeles que les dieran un nombre y un país. Para ellos hay limitaciones a la hora de reclamar, exigir, pedir y buscar los que otros gozan por derecho. No tienen la indemnización mensual de 1 mil 200 bolívares, tampoco son parte del censo que les permitirá, quién sabe cuando, recibir una respuesta sobre una futura vivienda. Otros no están en el registro porque llegaron tarde el día que lo hicieron. Hay quienes además se quedaron sin recibir ropa o sin uniformes para sus hijos, en este caso no van al colegio y acompañan a sus madres a lavar la ropa a mano en Las Cafeteras Café. Desde los muros y cercas del edificio se puede ver que el lugar de tertulias, poetas y músicos está lleno de pantalones que duran días en secarse y de poncheras donde se lavan ollas y atavíos. SEGURIDAD AL MÁXIMO Esas familias desconocen lo que pendía de las paredes del Museo Alejandro Otero, inaugurado en 1990. Su colección, hasta 2004, contaba con obras y documentos del propio Otero, así como de los artistas plásticos venezolanos más importantes de la primera mitad del siglo XX. Ahora esas obras están en seis bóvedas, que desde la llegada de los damnificados han sido reforzadas. "Las labores del Museo están detenidas. Siguen las faenas educativas, como El MAO en la comunidad, además de las actividades logísticas", explicó uno de los trabajadores. Para él, que mantiene la fe en que abrirán las puertas al público, esta es una oportunidad de reencaminar la relación de la cultura con la sociedad. Parte del mundo artístico lo considera una muestra más de improvisación gubernamental. Para el ministro de Cultura es una obra de arte y para quienes lo perdieron todo, sólo significa dormir en hacinamiento, encerrados y sin aire acondicionado, (un requisito esencial para el mantenimiento de las obras). "No te imaginas el calor que hace. Eso allá adentro es un infierno", dijo uno de los habitantes.

Entre la realidad y el sueño

Pero no nos desconsolemos, no sólo porque no hay mal que dure cien años sino porque Farruco ha descubierto que los damnificados ubicados en los museos son una obra de arte Por: Fernando Rodríguez Publicado en Tal Cual 17/01/2011 Se acabó el museo Borges, que tenía el inédito perfil de estar en las vecindades de los excluidos y haberse vinculado con éstos de una manera muy efectiva. Me imagino que mucho tendrá que ver con la medida la actual posición política del estupendo pintor, por demás discreta. A Farruco no se le pasa una. Así sea a costa de una parroquia popular que hasta los cines los perdió y que había hecho suyo, en una medida nada despreciable, el amable espacio museístico. Un episodio más de la incesante e inclemente desaparición de nuestros museos, verdaderas tumbas para nuestras colecciones nacionales y para la promoción del presente. Habría que recordar que, probablemente, es en las artes plásticas, al menos de Reverón al presente, donde Venezuela ha tenido sus mejores logros en cantidad y excelencia. Y ese quehacer ha sido acompañado por una estupenda museología, en algún momento de las mejores de América latina, que comienza con la labor modernizadora de Miguel Arroyo al frente del Museo de Bellas Artes. No es poca cosa, entonces, lo que se está echando a la basura. Por fortuna, las galerías privadas suplen algunas de las funciones propias de esos museos muertos, al menos mostrar lo que siguen haciendo nuestros pintores, algunos de ellos. Pero no nos desconsolemos, no sólo porque no hay mal que dure cien años (ni siquiera el estalinismo ni el fascismo proyectados para la eternidad) sino porque Farruco ha descubierto que los damnificados ubicados en los museos son una obra de arte. Sí, no se sorprenda. Por lo demás no es nada tan original que se diga. Toda una corriente internacional llamada body art postuló que nuestros cuerpos pueden ser portadores de mensajes plásticos, tatuajes por ejemplo. Y recuerdo ahora uno de los últimos escándalos artísticos que fue la exhibición de un grupo de mongólicos en la Bienal de Venecia. De los últimos, digo, porque parece que el escándalo visual simplemente se agotó. Siendo así habrá que ir a verlos y los pocos críticos que van quedando deberían orientarnos sobre la calidad de los diferentes conjuntos humanos. Quizás sea un poco fuerte ver tanto dolor y tanto abandono, por lo que es recomendable no llevar niños de corta edad. Va a resultar interesante lo que piensan los propios damnificados, ahora dignificados como cuadros o esculturas. Supongo que preferirán que se hagan de verdad unas cuantas soluciones habitacionales, al menos al ritmo de la cuarta, y no disfrutar de esa nueva y sorprendente condición ontológica. Pero bueno que no se siga con el ritornello de que la cultura oficial es una torta burrera. Pero hay más. Farruco al enumerar los logros de su gestión (sic) termina diciendo que la gran obra de arte de este gobierno es la revolución mesma. ¿Quién será el autor mayor de esa maravilla? Edecio La Riva, que era experto en el tema, solía repetir que la adulancia es un oficio muy complejo y que una de sus leyes es no ser nunca demasiado frontal. He aquí un bello ejemplo: Chacumbele, como se sabe, es pintor y podríamos inferir de las premisas farrruquianas que es un gran pintor, inigualable artista. Me permito sospechar que estas audaces metáforas en que el poeta borra los límites entre la realidad y su representación algo tienen que ver con la psiquiatría, quizás con la teoría freudiana de los sueños. O con el método paranoico-crítico que inventó Salvador Dalí.

Catia se queda sin museo

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 16 de enero de 2011 La historia del Museo Jacobo Borges no acaba precisamente con un final feliz. Luego de contar, durante 16 años, capítulos que enamoraron a la comunidad de Catia, la institución museística pasa a formar parte -de manera arbitraría, según los trabajadores del museo- de la narración que escribe la Universidad Nacional Experimental de las Artes. El Jacobo Borges comienza a escribir su historia en el año 1986, cuando se decreta la creación del Museo del Oeste como respuesta a la necesidad de la colectividad de ese sector, que estaba alejado del circuito cultural. En 1993 es creado y para 1995 el museo se funda y pasa a llamarse Jacobo Borges en honor al artista venezolano que nació en Catia. Antes de abrir sus puertas la institución no tenía entre sus planes brindar una política cultural dirigida a la comunidad. En papel, la institución estaba concebida como un museo tradicional. "La gente no quería un museo dentro del Parque del Oeste", asegura Adriana Meneses, ex directora del museo, quien por ahora no desea hablar de la situación que rodea al Jacobo Borges. "Ellos querían un polideportivo. Nos decían que no iban a poder hacer nada con una sala en la que tan solo se guindaban cuadros. Así que decidimos cambiarle el sentido al museo. Cuando abrimos se convirtió en un museo para la comunidad", asegura. Así, desde 1995, la comunidad de Catia no solamente pudo entender qué se hacía con los cuadros guindados de la pared, sino que además comenzó a formar parte de esas obras; bien sea porque creaba piezas o porque era la inspiración de los creadores que exponían en la institución. "La política cultural y el perfil del museo se centró en la comunidad. Nuestra meta era el museo al servicio de la comunidad. A ella iba nuestra línea de acción. Queríamos unir la parte museográfica a los aspectos sociales. Por eso implementamos los talleres. Estos no fueron vinculados solamente a las artes plásticas, también dictábamos talleres de capacitación laboral", asegura Meneses. De esta forma el museo comenzó a participar en áreas que no tenían injerencia en su razón de ser. "Una vez al año nos reuníamos en la junta directiva, de la que formaban parte dos personas de Catia, para decidir un tema. Trabajamos en todas las áreas: en investigación, en talleres, en educación, en museografía. Por ejemplo, el Retén de Catia. El Jacobo Borges era la transformación y la mejora de la comunidad a través de la cultura y las artes", recuerda. El museo inauguró sus salas con la exposición Lo humano en Jacobo Borges y en la pintura venezolana, en honor al maestro Borges. "Jacobo se vinculó mucho con el museo y con Catia. Nos reuníamos para analizar las necesidades de la comunidad. Siempre opinaba sobre la programación del museo. Fue un apasionado. Formamos, de verdad, un equipo comprometido con la comunidad y el museo", recuerda Adriana Meneses. En este marco hubo exposiciones que retrataron a Catia. Por ejemplo, el artista, arquitecto y cineasta chileno Alfredo Jaar entregó mil cámaras a la comunidad para que ellos fotografiarán su entorno. El resultado se mostró en la exposición Cámara Lúcida. También se realizó la exposición de más de 200 imágenes en blanco y negro sobre El Mercado de Catia: entre miradas; y la exhibición Catia, Miradas Múltiples que buscaba recuperar la memoria visual y vivencial del Parque del Oeste. Además, se hicieron muestras como Niños de la Calle, curada por Ariel Jiménez, quien trató el tema de la niñez abandonada en Catia; y la exposición Dallas-Caracas en la que el español Jaume Plensa fotografió cocinas de Caracas. Pero quizás una de las exposiciones más resaltante fue Caballo de Troya. La exhibición buscaba mostrar la cultura carcelaria del Retén de Catia. Ahí más de 18 artistas, incluyendo a Borges, trabajaron con los presos. Hasta se dictó un taller de video en el que los presos manejaban las cámaras. Hoy la historia es otra. Tres de las salas que antes estuvieron llenas de arte y comunidad están desmanteladas. El museo perdió la colección que tanto le costó construir. Sin duda, otro lápiz tomó las riendas de esta historia... y escribió un final desgarrador.

Uneartes toma el Jacobo Borges

Más de cinco personas de seguridad custodian el Museo En las bóvedas solo quedan algunas obras que no son de la colección Por DUBRASKA FALCÓN Publicado enEL UNIVERSAL 15 de enero de 2011 12:00 AM Catia perdió ayer el Museo Jacobo Borges. En horas de la noche del jueves un grupo de seguridad perteneciente a la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes), obligó a los custodios de la institución a entregarle las llaves del museo. "Enseguida el Jacobo Borges pasó a formar parte de Uneartes. Desde la creación Fundación Museos Nacionales, la institución había pertenecido a ella. Nunca dejamos de ser un ente adscrito a la fundación. Hasta hoy", relata con voz entrecortada uno de los trabajadores del museo que pidió no ser identificado. El nuevo personal cambió las cerraduras de todas las puertas del museo. Acción que procuraba evitar que los trabajadores pudieran tener acceso nuevamente a la institución. Tan solo el Jefe de Seguridad del Jacobo Borges pudo entrar para hacer entrega de la institución a Uneartes. "Cuando llegamos no nos dejaron entrar. Nos prohibieron permanecer en el museo. De esta forma están violentando nuestro derecho al trabajo", asegura otro de los empleados. Así el rostro del Museo Jacobo Borges cambió. Ayer se observaba personal de seguridad en los alrededores. Incluso, para acceder a la institución uno de los custodios requería la identificación de las personas. "¿Seguridad para qué?", se pregunta un trabajador de museo. "En el museo no hay colección que custodiar. El personal de Uneartes no es personal especializado. Ellos están ahí para impedir que los trabajadores del museo pasen", dice en tono de molestia otro empleado. En la institución tan solo permanecen siete personas. Dos que, según cuentan los trabajadores, han estado de acuerdo con que el museo pase a manos de Uneartes; una persona de mantenimiento, otra de investigación y el resto personas de seguridad. "Son personas que aceptaron pasar a la nómina de Uneartes. El encargado de la institución, según órdenes de la presidenta de Uneartes, Vivian Rivas, es José Rangel. Nadie nos ha dicho si estamos despedidos. Vamos a meter un amparo ante la Inspectoría del Trabajo, porque no nos permitieron la entrada a nuestro sitio de trabajo luego de que el museo pasó definitivamente a manos de Uneartes. Nos dijeron que nosotros no estábamos capacitados para trabajar en la Universidad", afirma otro trabajador. La medida de convertir el Museo Jacobo Borges en escuela de arte o danza -se manejan ambas versiones- no solamente afectará a los empleados sino también a la comunidad de Catia. Así lo asegura José Quintero, integrante de la organización Procatia. Para él la medida de convertir el museo en una universidad es elitesco. "El Jacobo Borges ha sido un centro de reuniones de personas con distintos intereses. Pero ahora será elitesco. No estamos de acuerdo con la universidad. Eso solo le serviría a una minoría. No a todos los que vivimos en la comunidad les interesa estudiar arte o danza. En cambio el museo involucraba a todos. Ahí se dictaron talleres y conversatorios con diferentes tópicos, había conciertos, exposiciones realizadas con artistas de la comunidad. Ahí tenemos la Escuela Armando Reverón, que no tienen ningún vínculo con la comunidad. En Catia no hay cines ni centro culturales. Ahora nos quitan el museo", se lamenta Quintero. Según el integrante de Procatia, cuando Adriana Meneses dirigía el museo la institución respondía por completo a los intereses de la comunidad. Pero cuando la política comenzó a entrar en la institución cultural las cosas cambiaron. "Nos negamos a que eso pasará y nos cerraron la puerta como organización del museo", afirma. Obras apiladas Según un trabajador de la Galería de Arte Nacional, "algunas" de las obras que fueron trasladadas del Museo Jacobo Borges han llegado a la bóveda del nuevo edificio de la GAN, ubicado en la avenida Bolívar. "Algunas obras han llegado a la bóveda nueva sede de la Galería de Arte Nacional. Están apiladas ahí. Están en la bóveda que no cuenta con parrilla para colgarlas ni tiene aire acondicionado. Por eso es que la mayoría de las obras de la GAN están aún en la bóveda del Museo de Bellas Artes", dice uno de los trabajadores de la Galería de Arte Nacional.

El Museo Jacobo Borges quedó vacío

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 13 de enero de 2011 Desmantelado. El Museo Jacobo Borges, fundado en el año 1995 en la avenida Sucre de Catia, y que se convirtiera en emblema de la interacción de la comunidad con el arte venezolano y del mundo, quedó vacío y ya no puede ocultarlo. A primera vista, todo luce normal. Esto es: las tres primeras salas albergan las obras del artista popular venezolano David Bello. Pero de inmediato uno de los trabajadores advierte que no todo es como parece. "Dejaron esas obras para hacer creer que el museo sí está funcionando, pero eso es una gran mentira", testimonia con no poco dolor uno de los trabajadores que ha dice haber dejado el alma en la institución museística. "¡Aquí ya no queda nada! Esas obras son de David Bello, pero se las tenemos que devolver", agrega, y advierte que la realidad es otra en las salas siguientes: la 4, 5 y 6. Es a partir de allí donde el Museo Jacobo Borges comienza a mostrar sin vergüenza sus interioridades, sus huesos, sus vacíos, sus silencios, o mejor, lo que han dejado de él. Están vacías desde el pasado mes de septiembre. Sólo quedan allí andamios, sillas abandonadas, cables que brotan del techo como gusanos, y algunos bombillos sin luz. La pintura comienza incluso a sentir el abandono y a desprenderse de las paredes. Y el piso ya no conserva el brillo de otrora. Las salas, acostumbradas a mostrar las obras de Francisco Bugallo, Sigfredo Chacón, Víctor Hugo Irazábal, Carmelo Niño, Harry Abend, Humberto Jaimes Sánchez, Luisa Palacios, Mercedes Pardo, Luisa Richter, y Víctor Vasarely, hoy lucen desoladas. Pero nada se compara con la sensación que estremece el cuerpo al entrar al Departamento de Conservación del Museo Jacobo Borges, donde parece que todos hubieran huido en estampido dejando atrás lo que estaban haciendo. La imagen es despiadada: fotografías -que no fueron consideradas como obras de la colección del museo por quienes trasladaron las piezas a la Galería de Arte Nacional- permanecen apiladas en el piso, bolsas negras, cajas vacías, y polvo, mucho polvo. "Sólo quedan aquí una obra de Harry Abend y otra de Octavio Russo en gran formato que fueron dejadas por quienes trasladaron la colección del museo a la Galería de Arte Nacional porque sencillamente no entraban en el camión. Supuestamente las van a venir a buscar después", respinga el mismo trabajador con voz que hace eco entre las paredes. Fueron los trabajadores de otros museos, dice, quienes se encargaron de trasladar las obras -primero las de papel, luego las esculturas, más tarde los óleos. "¡Y se llevaron todo!", deja escapar. La bóveda, que protegía más de 220 obras del Patrimonio del Museo Jacobo Borges, quedó vacía. "Sólo dejaron algunas fotografías que no quisieron llevarse porque van esperar que las vengan a buscar sus autores", dice.. "La verdad es que nos han ido acorralando", dice otro de los empleados del museo. "Nosotros no nos hemos ido de aquí porque tenemos más de diez años trabajando para esta institución cultural. Pero muchos fueron obligados a pedir traslado. No fue de manera voluntaria", agrega. En el museo, que contaba con 42 empleados, solamente quedan 20 que pertenecen a los departamentos de montaje, educación, seguridad, mantenimiento y mensajería. Ni siquiera el director del museo, Miguel Issa, se encuentra en la institución. Según los trabajadores, él decidió irse a la Universidad Nacional Experimental de las Artes en el mismo momento cuando fue trasladada la colección. Aunque se ha dicho que el destino final del museo será convertirse en una nueva sede de la Escuela de Arte de Uneartes, los trabajadores afirman que lo último que les dijeron fue que será la escuela de danza de la universidad. "Las salas de exposición las van a convertir en salas para el ensayo de danza. Y el vestuario de la escuela lo tendrán en la bóveda del museo. Eso fue lo último que nos dijo Miguel Issea antes de irse", deja escapar el empleado. El Museo Jacobo Borges, emblema de las instituciones museísticas comunitarias más importantes del país, se ha quedado sin huesos, sin entrañas... sin voz.

El arte de la destrucción

Por: Yohana Silvera Publicado en Tal Cual 12/01/2011 Farruco Sesto, el ministro encargado de la reconstrucción de Caracas, piensa que damnificados en los museos son obras de arte El sector de las artes está en vilo. Instituciones como el Museo Alejandro Otero, destinadas a la protección y divulgación del quehacer plástico nacional han cambiado sus objetivos. Frente a la urgencia nacional se convirtieron en centros de albergue y para el ministro de Cultura, Francisco Sesto, este hecho "es la más hermosa obra de arte de los últimos años", según lo manifestó ayer en su blog personal. Para otros, la situación es aterradora, habla de la importancia que se le da a las artes en el país y de la poca prevención que existe ante momentos de crisis. No obstante, para Farruco Sesto "ver, por ejemplo, en un mismo espacio del Palacio Blanco a las familias refugiadas conviviendo con los arquitectos e ingenieros de la Oficina Presidencial de Planes y Proyectos Especiales, en su mayoría muy jóvenes, es algo increíblemente conmovedor". Agrega que "ninguna película, ninguna novela, ningún cuadro, sería capaz de reproducir lo que uno siente al estar aquí. Si de arte hablamos, la valiente y sorprendente decisión de Chávez de subvertir masivamente los espacios de la burocracia, dando refugio a las familias damnificadas por las lluvias es, a mi juicio, la más hermosa obra de arte". En la misma entrada de su bitácora, escribió lo que considera las obras más importantes del sector que encabeza desde el 2 de febrero del año pasado. Destaca dos vertientes: la institucional y la social. En el plano institucional enfatiza la editorial el Perro y La Rana, la creación de la Villa del Cine, la Compañía Nacional de Danza, el Centro de la Diversidad Cultural, los premios Libertador al Pensamiento Crítico, la Misión Corazón Adentro y el Foro mundial de Filosofía. Sin embargo, plantea que el logro cultural más importante en los últimos años se ha desarrollado en el aspecto social: "creo que el hecho cultural más significativo en estos años es la revolución en sí misma". INCERTIDUMBRE TOTAL Más adelante, a través de palabras que intentan ser poéticas, enumera esas transformaciones y logros sociales: "las alteraciones colectivas del espíritu necesarias para producir los grandes cambios, las vorágines sociales que conforman ese gran desorden bajo los cielos que es toda revolución, las poderosas aventuras de la imaginación que traspasan las edades y el placer inmenso de socavar los cimientos de un orden burgués injusto y cruel heredado de siglos". Palabras que no dicen nada cuando se buscan resultados tangibles. Lo que sí existe es una vorágine social que está en ascuas, que desconoce el tiempo que estará en los albergues que el Estado ha dispuesto. Mientras que Sesto deberá compartirse entre el despacho de Cultura, el ministerio de Estado para la Transformación Socialista de la Gran Caracas y sus programas de radio.

El Jacobo Borges ya no será museo

Por DUBRASKA FALCÓN Publicado en EL UNIVERSAL 12 de enero de 2011 El Museo Jacobo Borges tiene los días contados. Su edificio, ubicado en el Parque del Oeste Alí Primera en la avenida Sucre de Catia, fue entregado a la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Uneartes) para convertirse en Escuela de Arte, tal como lo decidió el ministro de Cultura, Francisco Sesto en la reunión que sostuvo con los trabajadores de los museos el pasado 7 de mayo del 2010 en la Sala Ana Julia Rojas del antiguo Ateneo de Caracas. Durante los últimos tres meses la institución, que fue fundada en 1995, ha sido desmantelada poco a poco. Al punto de que hoy no cuenta con colección, pues fue trasladada en su totalidad a la Galería de Arte Nacional; tiene tan sólo tres salas abiertas con la exposición del artista David Bello; y la mitad de su personal fue traspasado al Museo de Bellas Artes. Las primeras obras en ser llevadas a la GAN fueron las de papel. Decisión calificada como necesaria por la Fundación Museos Nacionales para preservar las obras. Desde entonces, la bóveda que albergaba las más de 200 obras del Jacobo Borges, Patrimonio de la Nación, se ha quedado vacía. "Primero fueron llevándose las obras", relata uno de los trabajadores del Museo Jacobo Borges que pidió no ser identificado. "Luego nos quitaron activos como los vehículos y la moto del museo. Ahí nos dimos cuenta de que algo estaba pasando. Pusimos resistencia, pero no pasó nada. Es obvio que Vivían Rivas, presidenta de la Fundación; la directora de Uneartes, Elinor Cesín; y el ministro Francisco Sesto tenían un plan y nunca tomaron en cuenta a los trabajadores. Nos están violando nuestros derechos constitucionales y laborales", afirma. De los 42 empleados del museo, tan sólo quedan 20 dentro de la institución. 20 empleados que se negaron a firmar la carta de traslado a otra institución museística. "Muchos se han ido a otros museos. Cuando nos liquiden y el Jacobo Borges pase a Uneartes no habrá una sustitución patronal, como pasó con la creación de la Fundación Museos Nacionales. Son dos plataformas distintas", afirma otro trabajador del Museo Jacobo Borges. Hasta ahora a los trabajadores que aún cumplen su horario no les han dado fecha de liquidación. "Nos tienen aislados. Esperamos la orden de desalojo", dice un empleado, quien afirma que el museo se encuentran desmantelado.

El Museo de Arte Contemporáneo

Por LORENA GONZÁLEZ Publicado en EL NACIONAL 11 DE ENERO DE 2011 El Museo de Arte Contemporáneo En el año 1974 comenzó sus actividades el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. En alianza con el Centro Simón Bolívar, esta institución se propuso desplegar las dinámicas de un ejercicio de producción del conocimiento que nutriera los espacios del complejo habitacional de Parque Central, engranando una mirada visionaria sobre las relaciones entre arte, vida urbana, arquitectura y ciudadanía. Durante los años ochenta y una buena parte de los noventa este mecanismo rindió sus frutos y convirtió la zona en uno de los principales epicentros de fecundidad intelectual e intercambio artístico del país. Hasta comienzos del siglo XXI, en los registros del MACC se contabiliza un patrimonio de más de 3.000 obras, 700 exposiciones y alrededor de 520 catálogos para reunir la impactante suma de 30 millones de visitantes. Esta cantidad no es extrema si recordamos episodios como las largas colas que a mediados de los años ochenta daban la vuelta a Parque Central para acceder a la inauguración de Fernando Botero, un público ávido y entusiasta que esperaba encontrarse con la obra del maestro colombiano. Uno de los aspectos más relevantes de la gestión de su fundadora y presidenta, Sofía Imber, fue la aguda perspectiva que tuvo con respecto a la cultura, concebida como un bien para el disfrute, al afianzar la expansión de sus actividades hacia todos los rincones del país. Herramientas como el Maccsibus —servicio que difundía el arte en comunidades sin posibilidades y en el interior—, junto con proyecciones, publicaciones, afiches y exposiciones itinerantes brindaron a la población el acceso a las ganancias simbólicas de los procesos que construía ese patrimonio. Marisa Mena comenzó a trabajar en el MAC en el año 1991, luego de completar sus estudios de Filología Hispánica en la Universidad de Navarra, España. Aunque por ese entonces en su espíritu prevalecía la vocación docente, el museo le abrió un espectro de nuevas posibilidades que —como ella misma afirma— jamás hubiera explorado en su país. Durante el tiempo que permaneció en la institución se desempeñó como correctora y coordinadora de publicaciones; la experiencia allí fue una gran escuela: "Un proyecto terminaba y arrancaban otros; una exposición se montaba mientras se conceptualizaban las siguientes; curadores de todo el país y del exterior nos visitaban; editábamos catálogos, libros, guías didácticas, textos; conocíamos artistas, investigadores; éramos muchos departamentos involucrados con un objetivo y una mística de trabajo común". En el año 2001 Marisa Mena dejó el museo para convertirse en editora independiente. Recuerda que cada vez que lo visitaba le invadía un sentimiento intenso de pertenencia, de identidad: "Había algo de mí que ineludiblemente quedó impregnado en esas salas, en esas obras, en esas bóvedas...". Hoy siente que esa emoción se aleja. En la actualidad, tanto para el público como para la gran cantidad de profesionales que se formaron por más de tres décadas en este lugar, reencontrarse con el MAC es una experiencia desoladora. Nuevas relecturas de la colección destacan lo que fue su perfil como institución: profundizar en las estrategias del arte moderno para comprender los caminos de la contemporaneidad. En las oscuras y deterioradas salas las obras parecen dormir el sueño de sus glorias pasadas, mientras el empleado de seguridad afirma que las lámparas se queman por los bajones de luz y que el fin de semana no hay quien las cambie porque no hay presupuesto para el personal. Si uno necesita información debe acudir en días de semana y fotocopiar las hojitas que están en la entrada, dentro de una carpetita manila.

MIGUEL MIGUEL El curador teme por el estado de las colecciones permanentes

Por CARMEN VICTORIA MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL · 10 DE ENERO DE 2011 · "El daño que se le ha hecho al arte es irreversible" El ex comisario del Museo Alejandro Otero asegura que la presencia de damnificados en sus salas revela el desprecio que el Gobierno siente por la cultura. Agrega que la gestión museística de los últimos años dejará un vacío institucional que será difícil de llenar en el futuro Miguel Miguel guarda con nostalgia los catálogos de exposiciones como Contemporánea, Sin fronteras y Re-Readymade, tres de sus curadurías más importantes para el Museo Alejandro Otero. Mientras hojea sus páginas rememora los días en que los museos venezolanos eran la envidia del resto de los países latinoamericanos por la calidad de sus exhibiciones, el nivel de sus colecciones y su intensa labor divulgativa e investigativa. A su juicio, el daño que estas instituciones han sufrido en los últimos 10 años es irreversible y la presencia de damnificados en sus salas sólo evidencia desprecio por el arte. —¿Qué implica para la cultura que un museo cierre sus puertas para convertirse en un refugio? —Mira, realmente creo que cada vez que el Gobierno comete una arbitrariedad como la de utilizar los museos venezolanos como refugios para las personas que lamentablemente quedaron damnificadas por las lluvias se corrobora el inocultable desprecio que siente hacia la cultura y el arte, un sector al que ya se le ha hecho mucho daño. —¿Qué puede hacer el Consejo Internacional de Museos con respecto a la situación del Alejandro Otero? —El ICOM podría descalificar el MAO por ser utilizado como refugio. Pero si tomamos en cuenta que el régimen de Chávez ni siquiera respeta las disposiciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, mucho menos le importará lo que un ente como el ICOM, que pertenece a la Unesco, tenga que decir. —¿Cómo le explica alguien lo que implica una sanción del ICOM a las 350 personas que perdieron sus casas y que ahora viven en el museo? —Es imposible. Hay prioridades humanas que uno realmente entiende. En el MAO hay familias enteras con niños, pero hay otros mecanismos que tienen los gobiernos para atender sus necesidades. El país también tiene que velar por su patrimonio. Lo que está sucediendo en Venezuela es algo inédito. Tomar una institución museística no es la solución. Es impensable que algo así pueda suceder en un país civilizado. Imagina el escándalo que habría en Francia si alguna tragedia natural deja damnificados y por instrucciones del Gobierno se utilizara el Museo del Louvre como refugio. —Los franceses harían un escándalo, pero ¿por qué los venezolanos no reaccionan de la misma manera y salen a defender el Museo Alejandro Otero? —La razón es muy sencilla: hay prioridades. Venezuela está pasando desde hace varios años por una crisis muy profunda que crece cada día, y valores tan importantes como la cultura, el arte y la institucionalidad son vistos como algo "secundario". Es algo que uno no se logra explicar del todo, porque hasta hace por lo menos una década la asistencia a las inauguraciones era masiva. Siento que ha habido una relativa apatía del venezolano de todos los estratos sociales ante otros aspectos de la vida que no son considerados como necesidades básicas. Hay una noción de supervivencia generalizada en el venezolano que le impide acercarse a la cultura. —Este no es el primer intento de cierre del MAO. ¿Por qué cree que este museo en particular es tan incómodo para el Gobierno? —Este gobierno tiene ideas anticuadas y anacrónicas. Hace como cuatro años Chávez dijo en Barquisimeto que había que estar en contra de la modernidad. Semejante exabrupto sólo puede salir de una mente fósil que no cree en el progreso, que es justamente el espíritu de la obra de Alejandro Otero. —¿Qué pueden esperar los museos para este año, que se dice será uno de los más críticos de la era Chávez? —Yo prefiero preguntarme qué va a pasar con nuestros museos luego de la era Chávez. Resulta altamente preocupante y es difícil de avizorar. No quisiera ser pesimista, pero no va a ser fácil recuperar la credibilidad internacional de nuestros museos. Será difícil volver a tener el prestigio que tuvimos hasta hace una década. En especial, me preocupan las colecciones. El caso más relevante ha sido el hurto de la Odalisca con pantalón rojo de Henri Matisse, pero sospecho que serán varias las obras que no estarán en su sitio. Las piezas en papel, que se pueden trasladar fácilmente en carpetas, son las que corren más peligro. Las colecciones nuestras han sido muy vulnerables, las unificaron y rotaron por museos del interior del país que lamentablemente no tienen una infraestructura de conservación. Habrá que hacer un inventario exhaustivo de todas las colecciones y sospecho que habrá ingratas sorpresas. —¿Cuánto han retrocedido los museos en los últimos años? —Los críticos e historiadores han comenzado a hablar de una década perdida. Hay un vacío de una década que difícilmente se podrá recuperar. El daño que se le ha hecho al arte venezolano es irreversible e irreparable. Hace siete años, desde que se creó la Fundación Museos Nacionales, que los museos no adquieren obras para sus colecciones permanentes. Va a haber un vacío de un período importante del arte nacional e internacional que no se va a poder recuperar nunca. Entre otras cosas porque el mercado del arte ha aumentado sus valores monetarios y, por más recursos que le pueda inyectar Venezuela a las instituciones museísticas, estas no podrán competir. —¿Eso quiere decir que las obras de artistas como Meyer Vaisman y Alexander Apóstol, que fueron realizadas en los últimos siete años, estarán permanentemente fuera de los museos? —Esos son artistas jóvenes y activos y espero que cuando esto pase haya comprensión por parte de ellos y del Estado y se llegue a acuerdos para la adquisición de obras. Hay que llenar los vacíos que tienen nuestros museos. No es posible que ningún museo de Venezuela tenga una sola pieza de Arturo Herrera, nuestro artista de mayor visibilidad internacional en estos momentos. También hay vacíos en la obra de nuestros precursores de la modernidad y la contemporaneidad. Muchas obras que pertenecen a grandes colecciones venezolanas han salido fuera del país e inclusive han sido subastadas. El niño enfermo de Arturo Michelena es un caso, al igual que muchos Colorritmos de Alejando Otero, Fisicromías tempranas de Cruz-Diez y el conjunto escultórico The Party, con el que Marisol Escobar nos representó en la Bienal de Venecia de 1968. Con lo que el Gobierno ha regalado a otros países se hubiera podido comprar esa pieza y muchas más. Premios viciados A los vacíos de los museos se suman los de los Premios Nacionales de Cultura. Miguel Miguel lamenta que estos galardones sean otorgados a artistas por razones ideológicas. "Esa es una verdad incontestable. Hay decenas de artistas venezolanos con décadas de labor ininterrumpida que no han sido reconocidos y corremos el riesgo de que fallezcan sin recibir el Premio Nacional. Por ejemplo, un artista fundamental como lo es Roberto Obregón falleció sin haber recibido el Premio Nacional de Artes Visuales. Y sin duda Obregón es mucho más importante que todos los artistas juntos que lo han recibido en los últimos años. Soy partidario de que el Estado decida entregar esos premios post mórtem".

El estancamiento expositivo dejó un vacío histórico

Por CARMEN VICTORIA MÉNDEZ Publicado en EL NACIONAL 08 DE ENERO DE 2011 · MUSEOS Investigadores deberán reconstruir una década perdida en el arte La ausencia de obras y de publicaciones recientes dificultan la posibilidad de hacer un balance La exposición del suizo René Burri fue una de las pocas individuales que se exhibieron en el Museo de Arte Contemporáneo La historia reciente de las artes visuales es un rompecabezas con muchas piezas perdidas y difíciles de recuperar. Historiadores, curadores e investigadores revelan un vacío expositivo, investigativo y adquisitivo de por lo menos seis años en los museos venezolanos, lo que convierte la década que recién culmina en un enigma para las próximas generaciones. Mientras que las instituciones ligadas a la música, la literatura y el cine comienzan a revisar los hitos del decenio, en las artes visuales la tarea de proponer un recuento de artistas, exposiciones y curadurías se complica, ante la ausencia de obras y catálogos. "Hay un vacío de seis años en los que se dejaron de editar catálogos tanto en los museos como en la mayor parte de las galerías. La razón es que son caros, por tratarse de libros con ilustraciones a color. Sin embargo, si usted va a historiar lo que ocurre en estas instituciones, el principal documento con el que cuenta es el catálogo; es allí, y no en las listas de obras que están en el Departamento de Registro, donde aparece qué se dijo de una exposición, a partir de qué se organizó y qué obras se reprodujeron". La crisis de documentación es en estos momentos uno de los temas más delicados no solo para los museos sino también para el arte en general, asegura el crítico y curador Gerardo Zavarce. "Hay carencias en los archivos que han generado a su vez un hueco, un vacío que es quizás el más terrible: la falta de una investigación sistemática, continua y, además, que tenga como punto final su difusión pública a través de una exposición y un catálogo. Hacer un balance será para los historiadores un trabajo enorme, porque los registros no están en los lugares idóneos". A Zavarce le preocupa el destino de los archivos del Museo Jacobo Borges, cuyo "cambio de perfil" fue anunciado hace seis meses por el Ministerio de Cultura. Lo mismo podría ocurrir en instituciones como la Galería de Arte Nacional, cuya mudanza a una sede nueva implicó el cierre temporal de su Centro de Documentación, y con el Museo Alejandro Otero, que bajó la santamaría por tiempo indefinido para convertirse en refugio para damnificados. El estancamiento de la investigación provoca a su vez el adormecimiento de las curadurías, afirma Zavarce. "Pareciera que los museos se han parado de cierta forma. La dinámica expositiva está absolutamente detenida. Eso es innegable. Las fuerzas del campo de arte buscan desarrollarse en otros territorios, pero los museos son espacios importantes para la convergencia ciudadana, para generar documentación, investigación, intercambio y debate". Colecciones estancadas. La desaparición de los programas de adquisiciones y donaciones es otra de las políticas que favorece la desmemoria, y se ha convertido en un escollo para quienes quieren evaluar la escena a manera de retrospectiva. A partir de 2004, cuando se creó la Fundación Museos Nacionales, sus entes adscritos dejaron de adquirir obras de artistas vivos, lo que ha estancado las colecciones permanentes. "Hay muy pocas obras de producción reciente en las salas y bóvedas, y para los artistas jóvenes los museos son un espacio vedado. Creo que esta carencia nos llevará a rotar una y otra vez las mismas piezas, y esa repetición resultará aún más evidente para el público si se continúa rehuyendo la incorporación de obras en préstamo a las exposiciones. Los museos han comenzado a negarse a asumir el costo de los seguros y por eso ahora no solicitan piezas a galerías, coleccionistas privados o instituciones. Esa es una de las razones por las cuales casi no se realizan muestras individuales, salvo excepciones como las del fotógrafo suizo René Burri y del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, que fueron traídas del extranjero", indica una fuente vinculada con la Fundación Museos Nacionales que pidió mantener su nombre en reserva. A la falta de obras se suma la política. El análisis de la escena artística se complica aún más por la polarización, que automáticamente lleva a clasificar a los artistas en dos bandos. Esteva-Grillet pone como ejemplo la exposición Los 80. Panorama de las artes visuales en Venezuela, que organizó la Galería de Arte Nacional en 1990, considerada el balance más importante que se hizo de esa década. "La GAN pudo hacer ese recuento porque no había prejuicios políticos. Pero si se hubiera querido repetir la experiencia con los años noventa, se hubiera escogido con pinzas a los artistas afines al proceso. Y la última década también quedaría descartada", dice. Resumen amargo El recuento de la década en los museos es desalentador. Conflictos sindicales, problemas de infraestructura y limitaciones en el presupuesto marcaron la pauta. El cierre del Museo Alejandro Otero es el hecho que más conmoción ha causado, al igual que el hurto de la Odalisca con pantalón rojo de Henri Matisse. Su desaparición evidenció la vulnerabilidad del Museo de Arte Contemporáneo. La investigación que se abrió reveló el extravío de otras 14 piezas que luego aparecieron en rincones de la institución, lo que demostró el desorden que reina en archivos y bóvedas. El Salón Pirelli perdió continuidad. Su última edición fue en 2008. La consolidación del Festival Internacional de Arte Corporal y las exposiciones de René Burri, Oscar Niemeyer y Spencer Tunick se cuentan entre los aspectos positivos.

1 comentario:

Clara dijo...

Ojalá alguien escriba algo sobre el Museo de Barquisimeto. Cayó en manos del Min Cultura y ahí no se hace nada interesante. Puro artista mamarracho