Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 28 de julio de 2011

El blog de Marcelo, ¡LO ENCONTRE!!!

MARCELO!!!! Al fin te encontré a través del P. Beda osb.
Para mis lectores este joven me dio una de las lecciones más fuertes de mi vida
cuando éramos amigos en la Hospedería de la Abadía "San José" de Güigüe y
un día yo salía para mi casa en la mañana después de un retiro compartido con él
y en el que el Abad Martínez nos habló de la Filocalia. Yo iba directo a buscar el tal
libro en Valencia y quería disfrutar como siempre lo he hecho, de mis meditaciones
solitarias
en la carretera de regreso a Valencia...y aunque lo evité, el Hmno. León que está como
Dios en todas partes, me agarró en el estacionamiento para que le diera la cola a
Marcelo hasta el terminal Big Low porque él era de Caracas. Fúrica tuve que aceptar
y confieso no ha habido camino más nutritivo en diálogo que ese que quería evitar
y que terminó con el regalo de su libro Filocalia dedicado y todo a esta persona que
no quería hacerle ese servicio tan humano. Encontrar el blog de Marcelo ha sido
una delicia porque además es muy simpático e...¡inteligente!!! en tiempos en que en
Venezuela no abunda esa exquisitez. Abrazo amigo y comunícate conmigo
cuando puedas.

martes 26 de julio de 2011

LAS REDES SOCIALES: ¡ BASTA YA !


Hoy me propongo eludir la trama viral de las redes sociales, este thriller de palabras que consumen mi tiempo y mis ganas. Lo confieso, me siento acogotado del laberinto de enlaces, etiquetas, opiniones, comentarios y avatares, en que me he visto envuelto últimamente. Tal parece que en ello me estuviera jugando la honra de mi abolengo, y la caridad de mis maneras ¡Basta ya!

Me propongo por unos días recuperar el silencio de la tarde, acallar este excesivo parloteo de mis horas veraniegas, y sumergirme simplemente en la molicie del día, ensayando la vieja facultad antropológica de escuchar y de escucharme.

Claro que comprendo, y tanto, la utilidad de las redes sociales. Pero este querer, por Dios, poner en la mirilla los insulsos acontecimientos de la vida cotidiana, las opiniones fluctuantes de lo que acontece, minuto tras minuto, y comentarlo, y volverlo a recomentar, y pinchar el dedito facebookero del “me gusta”, retwitearlo, subirlo al Tuenti, o al novísimo Google +,… informando a media humanidad de mi pobre existencia es, sencillamente, demasiado.

A veces me parece, no sé qué opinan ustedes, que todo esto raya en un cierto narcisismo, una especie de exhibicionismo de lo que hacemos y pensamos, lo que a la postre consigue, así de simple, aburrirnos.

Una cosa que no deberíamos olvidar es que las redes sociales son siempre una realidad virtual, es decir, simulada, un espejo del mundo de verdad donde los seres humanos, la gente real, comparten tiempos, espacios y palabras. No son la realidad misma ni la sustituyen; lo más que pueden, que no es poco, es acortar el tiempo y facilitar la comunicación; favoreciendo, con suerte, el encuentro de las personas, y una especie de democratización de la información que va rodando por la Red.

Qué quede claro entonces: las redes sociales son, básicamente, maravillosas.

Pero tienen sus propias perversiones, y pueden convertirse en una suerte de alienación muy adictiva: sustituir la carne y la sangre de la realidad verdadera; convertir en efímero lo que sucede, banalizándolo con el correr de las horas; y, lo más grave, embotar los sentidos interiores, donde reside la capacidad humana de estar consigo y de meditar sobre la experiencia, dando sentido y contenido al indefinible misterio del vivir.

Y por si fuera poco, las redes sociales son insaciables consumiendo el bien más precioso que tenemos todos: el tiempo.

He dicho.

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