Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 14 de julio de 2011

El puesto de Chávez, hay que ganárselo, no todos tienen el talento de Fidel y él para destruir y odiar


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El síndrome del deterioro
RICARDO GIL OTAIZA | EL UNIVERSAL
jueves 14 de julio de 2011 02:48 PM

Cuán lejos estamos de percibir a ciencia cierta la profundidad del daño causado a la nación por el chavismo durante la última década. Lejos, porque quienes aquí vivimos estamos de alguna manera impregnados del vaho, "contaminados" por el día a día, que se hace evidencia en la medida en que nuestra calidad de vida se va pauperizando sin que lo percibamos en su inmensa connotación social y humana. Lentamente hemos ido "asimilando" el deterioro y adosándonos a él, como quien se acostumbra a vivir con una enfermedad crónica que hace mella en su salud, y la sobrelleva con estoicismo y hasta con dignidad, pero sin duda su impronta marca un antes y un después en su existencia, que jamás ni nunca podrá ser la misma de antes.

Los demás: quienes llegan desde otros contextos y sienten sobre sus rostros el vaporón del contraste de lo que fuimos y lo que somos (o los que retornar luego de un largo período de ausencia), son los que en alguna medida puedan dar fe de eso que podríamos llamar como el "síndrome del deterioro", que nos destruye como nación, que nos pone en minusvalía frente a otras, que nos hace sentir en la piel el escozor de las cosas que no funcionan, de los funcionarios que manguarean y sólo buscan sobornos, de los servicios públicos que no resisten más los embates de la desidia y la mediocridad, del miedo que se ha instalado en nuestros cuerpos como un extraño virus hasta hacernos picadillo las entrañas.

Venezuela está enferma, nuestra sociedad no es ni por asomo la que conocimos quienes aquí nacimos y la que vieron aquellos que por decisión propia se instalaron a vivir con nosotros décadas atrás. Como un "síndrome", el deterioro se ve, se palpa, se siente, se percibe, aunque podamos convivir con él creyendo que no es para tanto como lo dicen en el exterior los medios internacionales y los que (de carambola) regresan a estas tierras (porque sencillamente estamos dentro de ese monstruo), haciéndonos un poco los locos de que aquí no pasa nada, de que todo mejorará, de que ya vendrán tiempos mejores, de que el gobierno caerá. En fin, las múltiples ilusiones que como colectivo guardamos en el pecho, a la espera de poder alguna vez despertar y sentir que todo ha pasado, que la pesadilla ha llegado a su fin.

Se puede caer bajo como sociedad, se puede pisar fondo, se pueden sufrir vicisitudes de toda índole, se pueden vivir calamidades, pero siempre habrá un tiempo, un espacio, un resquicio para sanar las heridas. Europa es un ejemplo notable de esto. Sin ir muy lejos: Chile, Perú y Colombia podrían servirnos de lección continental de cómo pisaron fondo y de qué fue lo que hicieron para no morir en el intento. Estamos en esa espera, y aunque muchos aún crean en cantos de sirenas, en pajaritos preñados, en historias como Alicia en el país de las maravillas y hasta en el mar de la felicidad cubana, ya es hora de recoger los pasos perdidos y en conjunto empezar a buscar los caminos extraviados, a recomponer lo dañado, a armar lo disjunto, a resolver de una buena vez este inmenso rompecabezas llamado Venezuela, que hemos venido desbaratando desde hace tiempo (directamente o como cómplices), para volver a pensar en cómo abordar el futuro.

rigilo99@hotmail.com

El puesto de Chávez, hay que ganárselo
THAYS PEÑALVER | EL UNIVERSAL
jueves 14 de julio de 2011 02:57 PM
¿Por qué la revolución no tiene sucesión? ¿Por qué la oposición no tiene un líder que logre cautivar a la masa popular? La respuesta es que el chavismo y la oposición comparten el mismo problema. Para comprender esto, lo primero que hay que hacer es exclamar como Castro Leiva: ¡Y cómo se gobierna esta vaina!

Todos los que nos han gobernado, desde Bolívar y Paéz hasta Castro y Gómez se ganaron en batalla ese derecho. Betancourt y los adecos también regaron las calles con su sangre, llenaron las prisiones y fueron torturados o exiliados, hasta llegar a Chávez y su gente que también cautivaron a la masa popular a punta de sangre, llenaron las cárceles y algunos se exiliaron. Es pues nuestra historia, que es un drama.

Ahora ¿por qué la revolución no puede seguir sin Chávez?, porque éste demolió a los suyos, como lo hizo Fidel Castro. El personalismo requiere eliminar toda imagen de competencia, por eso lo primero que hizo fue derribar la imagen de sus compañeros del golpe (sólo los muertos se enaltecen) y así comandante tras comandante fueron estratégicamente eliminados, hoy nadie recuerda sus nombres si acaso a aquella famosa gallina. Lo mismo hizo Fidel Castro quien nunca hubiera podido llegar a ser lo que fue, con Camilo Cienfuegos, Frank País o el Che Guevara vivos o con líderes como Huber Matos y otros.

El personalismo de Chávez bien sea por estrategia o por desconocimiento, barrió la imagen de los suyos. Vimos cada semana como "Chávez regañaba a fulano" o "Chávez regaña al ministro de" y así cayeron las imágenes de los futuros sucesores ante 28 millones de espectadores y según Chávez por: "no saber gerenciar", "no tener proyectos", "no ejecutar los programas", por "despilfarro" o por "no estar al tanto de los problemas". Ese error fundamental, propinó una paliza a la imagen de sus más incondicionales y por culpa de eso, ninguno de ellos es considerado como sucesor.

Por otra parte, el liderazgo opositor después de 12 años, simplemente no ha logrado una imagen. Una parte se dedicó de lleno a lo que debían hacer, construir sus organizaciones, pero los otros, llegado el momento de pelear, de regar un poco su sangre o de llenar las cárceles, no lo hicieron. Dejaron que otros trabajaran por ellos y las cárceles se llenaron de gente furiosa, pero común, de personas normales sin liderazgo alguno y aunque fueron a prisión por causas políticas, no hay políticos presos. Solamente dos saben lo que siente el privado injustamente de la libertad, para ser justos. Esa es la cruda realidad de los "perseguidos políticos" y de los "exiliados políticos" que ninguno de ellos es político, la mayoría son profesores, gerentes, sindicalistas, periodistas, amas de casa y gente normal que un día, indignados por el silencio, salieron a las calles a protestar.

Por eso es increíble que algunos pretendan situarse ahora en la opinión pública como si fueran el futuro, no entienden que su imagen fue destruida el día que una ciudadana común plantó cara contra los piquetes de orden público, el día que la fotografía de aquella anciana con su espalda cocida a plomo recorrió el mundo o las de los estudiantes arriesgando su pellejo en las nubes de los gases lacrimógenos, porque no fue su cara, ni su espalda, ni su pellejo de político. El puesto de Chávez hay que ganárselo, pero primero hay que ganarse el respeto de aquellos que patearon calles, que agarraron sus banderas y que arriesgaron sus vidas para garantizar una patria más bonita. Esperamos entonces, por los que tienen que arriesgarse un poco, si no para ganarse el puesto de Chávez, al menos para volvernos a ver a los ojos.

tpenalver@me.com
@thayspenalver
temas-debate.com

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