Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 24 de julio de 2011

Feliz cumpleaños Simón, especial de Charito Rojas.


La primera imagen que se tiene de Simón Bolívar. Tenía aproximadamente 16 años: es una pintura realizada en Madrid durante la primera estancia del joven mantuano en Europa. Es un medallón de buen tamaño, pintado al óleo sobre marfil


Notitarde 21-07-2011 |
A 228 años de su natalicio

Feliz cumpleaños, Simón


Charito Rojas

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco nació la noche del 24 al 25 de julio de 1783 en una casa solariega ubicada frente a la Plaza San Jacinto de Caracas. Sus padres Don Juan Vicente Bolívar y Ponte y Doña María de la Concepción Palacios y Blanco, tenían ya tres hijos: Juan Vicente, María Antonia y Juana. Lo iban a llamar Santiago, lo cual es indicio de que su verdadera fecha de nacimiento fue en la madrugada del 25 de julio, día de Santiago Apóstol. Pero el día del bautizo, el 30 de julio de 1783 en la Catedral de Caracas, el obispo Félix Jerez de Aristeguieta, primo hermano de Doña María Concepción, complotado con don Juan Vicente, padre del niño, le cambió el nombre y le puso Simón, en honor a los ancestros de la familia paterna.

Simón Bolívar nació en cuna de oro, en el seno de una familia de la alta sociedad caraqueña, adinerada y con linaje ligado al devenir de la historia colonial de la provincia de Venezuela.

Los Bolívar y los Palacios

El primer Bolívar que llegó a Venezuela en 1557 cambió por v la b de su apellido original. Se llamaba Simón de Bolíbar y era señor de Rementeria. Fue Procurador y comisionado de la Corona, pero su vocación era agrícola, las tierras se convirtieron en el gran patrimonio y origen de la fortuna Bolívar. La Corona Española le concedió una encomienda con indígenas quiriquieres en los valles de Aragua, en la finca de San Mateo. Los sucesivos descendientes de la familia ocuparon importantes posiciones gubernamentales y sociales en la colonia: jueces, alcaldes, militares.

Los Bolívar desarrollaron campos y asentamientos poblados en la zona central del país. Fundaron Aroa, San Luis de Cura y numerosas villas en los alrededores de sus vastas extensiones agrícolas. Esta familia tenía una de las fortunas más cuantiosas de la Provincia conformada por las minas de Aroa y de los hatos El Totumo y El Limón, además tenían casas en La Guaira y Caracas, numerosos esclavos y arboledas de cacao en San José y los Valles del Tuy en Yare. El Coronel Juan Vicente de Bolívar y Ponte, Marqués de San Luis, señor de Aroa, Coronel perpetuo y opulentísimo propietario venezolano, era el padre del futuro Libertador.

Mientras que la familia materna, los Palacios y los Blanco no se quedaban atrás en cuanto a estirpe y fortuna. El papá de Doña María Concepción, Don Feliciano Palacios y Sojo llegó de Castilla La Vieja a la provincia de Venezuela y se estableció en Caracas. Era un hombre rico que pronto se convirtió en uno de los terratenientes más prominentes. Procreó once hijos con su esposa Francisca Blanco y Herrera, de los cuales María de la Concepción fue la primogénita. La familia Blanco era muy destacada entre los siglos XVIII y XIX, especialmente en el Cabildo caraqueño, ellos hicieron aportes a la colonización del territorio venezolano, hombres de política y de armas.

Estas dos poderosas familias se unieron con la boda de María Concepción y Juan Vicente. Ella era una caraqueña de modales aristocráticos, silueta fina y delicada, grandes ojos negros de largas pestañas, piel blanquísima y cabellos negros. Era amante de la música y las artes. A los 15 años la casan, en un matrimonio concertado, según las costumbres de la época, con Juan Vicente de Bolívar, 32 años mayor que ella, rubio y guapo, con ese aire de los criollos adinerados. Nacido en una de las propiedades de la familia en La Victoria, pasaba su vida entre la lectura, la inspección de sus herencias, cacerías y paseos a caballo, deberes religiosos y compromisos sociales. Su condición ilustrada y liberal no le impidió ser también jefe del Batallón de Aragua y Coronel de la Milicia.

Niñez opulenta y dolorosa

En enero de 1786, cuando Simón contaba dos años de edad, su padre murió de tuberculosis y un par de meses después su madre dio a luz una hija póstuma, Marías del Carmen, que murió 12 horas después para gran dolor de la joven viuda de 28 años. Don Juan Vicente padecía tuberculosis y María de la Concepción ya la había contraído, lo cual causó que no pudiera amamantar al niño Simón. En su lugar lo hizo una negra de 30 años, llamada Hipólita y como era costumbre de la época, la negra tenía el apellido de sus amos. Hipólita Bolívar fue la madre de leche de Bolívar y le dio un afecto que el propio Libertador reconoció años después: "Mi querida hermana María Antonia, te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiere, para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella". Otra esclava, apenas 10 años mayor que Simón, llamada Matea, fue la compañera de juegos y el aya de Simón.

Doña Concepción quedó como cabeza de familia, velando por cuatro niños pequeños, con diferencias de dos años entre ellos. Pero la dura responsabilidad, junto con una tuberculosis avanzada ocasionó su muerte prematura en 1792. Opiniones médicas modernas afirman que es muy posible que Simón sufriera la primo-infección tuberculosa, inadvertida mientras las defensas corporales son favorables. Las continuas idas a las propiedades en el campo hacen pensar en la fragilidad de los pulmones del niño, hijo de padres tuberculosos.

Hasta la muerte de su madre, la vida de Simón transcurrió como la de todo niño "mantuano" (clase alta criolla) de la época, con juegos y consentimientos. Subía a los árboles, correteaba por la casona de San Jacinto; comía majarete y frutas como el níspero, su favorito. Años después, rememoraba los dulces de coco que le preparaba su nodriza Hipólita, la leche fresca de las vacas del corral con la que le hacían el arroz con leche y los suspiros de huevo y papelón de sus meriendas caraqueñas. Los niños Bolívar y Palacios acostumbraban "temperar" en las haciendas de su propiedad o en la "Cuadra de los Bolívar", una quinta campestre edificada por su padre en 1790 a las orillas del río Guaire y que debía su nombre a las caballerizas que albergaba.

Cuando Doña María Concepción murió, había tomado la previsión de hacer un testamento que no solamente asignaba los bienes sino a cargo de quién debía quedar cada uno de sus menores hijos. Tal vez este haya sido uno de los momentos más tristes del niño Simón, porque fue separado a los 9 años de sus hermanos mayores. De todos sus familiares, Simón estaba especialmente identificado con su tío Esteban Palacios, hombre culto y refinado, que pasaba la mayor parte de su tiempo en Europa. Recordaba Bolívar qué él en sus cumpleaños le obsequiaba "animales poco familiares a los niños: una ardilla, una tortuga, un venadito, un loro, y hasta en una oportunidad me dio un burro".

Con la muerte de su madre, la vida de Simón dio un vuelco. Su abuelo Don Feliciano Palacios, casó a sus hermanas prematuramente antes de cumplir los 15 años de edad. Su madre de leche, la esclava Hipólita, se fue con su hermana María Antonia. Y Simón junto con su hermano mayor, Juan Vicente, quedaron bajo la tutela del abuelo materno y padrino, Don Feliciano. Pero éste muere meses después que su hija y Simón se va con su tío Carlos Palacios y Blanco, quien consideraba al sobrino irrespetuoso por sus intervenciones "en las conversaciones de los mayores" y su precocidad. Esta tutoría fue un desastre: el tío Carlos gastaba a manos llena la herencia del niño, quien continuamente se fugaba a casa de su hermana María Antonia. La situación hace que intervenga la Real Audiencia quien ordena que Simón permanezca con su hermana hasta que el tutor que nombró su madre, su tío Esteban Palacios, regresase de España. Pero la disputa por la custodia del menor (y sobre todo de sus bienes) continuaba y los magistrados optan por colocar al niño en la casa del maestro Simón Rodríguez, como salida salomónica. Así, entre fugas y rebeldías, rebelión hacia sus familiares, concluye la infancia de Simón Bolívar a los 12 años.

Vía a la gloria

Y comienza su camino de formación, en manos de maestros como Andrés Bello, que le enseñó literatura y geografía; el liberal capuchino Padre Andújar le dio matemáticas; y Don Simón Rodríguez, considerado el maestro más importante e influyente de Bolívar. "Yo he seguido el sendero que usted me señaló -le escribiría en 1824- Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso". Posteriormente fue su maestro Andrés Bello, apenas dos años mayor que él. Bolívar escribiría: "Yo conozco la superioridad de ese caraqueño, contemporáneo mío; fue mi maestro, cuando teníamos la misma edad, y yo le amaba con respeto".

En su niñez, Simón Bolívar vivió la orfandad. En su adolescencia experimentó la soledad. A los 13 años inicia su formación militar y a los 15, con el grado de subteniente parte hacia España, con escalas en Veracruz y en La Habana. Sería el inicio de su formación europea, tutorada por su mundano tío Esteban, quien un año después escribiría: "Simón sigue con gusto y exactitud el estudio de la lengua castellana, el escribir en que está muy ventajoso, el baile, la historia en buenos libros, y se le tiene preparado el idioma francés y las matemáticas". En Madrid, el Libertador de seis naciones se aficiona a la lectura y se relaciona con los librepensadores más notables de su época. Después de haber disfrutado de fiestas y lujos, se casa antes de cumplir los 19 años. Otra señal más de la precocidad de quien se formaba para un destino grandioso: ser el Libertador de América.

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