Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 3 de julio de 2011

Hoy y Después en Valencia

El carabobeño 03 julio 2011

Hoy y Después en Valencia

Alfredo Fermín

afermin@el-carabobeno.com

Viajar en nuestro país es una aventura con sorpresas que solo la paciencia las hace soportables, por la anarquía que existe en el transporte para desplazarse tanto a lugares lejanos como en la ciudad.

Hace algún tiempo comentamos la situación de horror en que prestan servicios algunos de los ferrys, que viajan desde Puerto La Cruz a Margarita, en los que se ignoran normas internacionales para la navegación marítima y la seguridad de las personas.

Pero es más sorprendente el constante deterioro en que se encuentra el transporte aéreo que, por su alto costo, debería ofrecer un servicio de primera y mantener-como prioridad- el respeto para su clientela.

Eso no se cumple y el Indepabis, que multa a humilde negocios por cualquier motivo, parece que no se entera de las infracciones que cometen las compañías de aviación.

En estos días tuvimos que ir a Margarita, desde el aeropuerto de Valencia, cuya parte de vuelos nacionales fue degradada a una vergonzosa ratonera, desde que, en los tiempos del ex gobernador Acosta Carles, el edificio original fue destinado a vuelos internacionales.

El minúsculo aeropuerto no tiene ningún espacio apto para contener grandes cantidades de personas. Sin embargo, desde allí salen vuelos para las principales ciudades del país y se paga una tasa aeroportuaria igual, o más cara, que la que cobran terminales aéreos bien dotados.

Lo último

Nuestro vuelo estaba programado para las 2:30 de la tarde. Primero hubo que hacer una cola de centenares de personas para el chequeo. Después hicimos otra cola para cancelar la tasa aeroportuaria, seguida de una tercera, tan larga y demorada como las otras, para ingresar al lugar de embarque. Hubo que mantener la paciencia para resistir el hacinamiento y el retraso de casi cuatro horas, pues el avión despegó a las 6:45 sin que la empresa aérea diera ningún tipo de explicación a los viajeros, entre los cuales se encontraban numerosos niños que necesitaban atención.

De regreso nos encontramos con una novedad y lo contamos para que, a quienes nos lean, no les pase.

Ahora solo se acepta como equipaje maletas, bolsos o maletines. Pero si trae una caja o alguna mercancía envuelta debe ir a otra taquilla a declararla como mercancía y pagar de acuerdo con su peso. En nuestro caso traíamos un maletín que pesó veinte kilos. Es decir que tenía diez kilos disponibles, porque se permiten hasta 30 kilos. Sin embargo, tuvimos que pagar 78 bolívares por una cavita de anime con pescado.

La gente se molesta, grita y afirma que eso es un abuso, pero tiene que pagar para poder chequear el equipaje, pagar la tasa aeroportuaria y tener acceso a la sala de embarque. Lo sorprendente es que si trae una caja de whisky, de champaña o de vino, eso pasa por equipaje. ¿Qué tal?

Cuento local

Hemos dejado de utilizar el transporte público por las constantes denuncias de atracos que hacen en las camionetas. Pero, el sábado pasado, decidimos acompañar a nuestra querida colega Beatriz Rojas, desde Naguanagua a la estación del Metro en la avenida Cedeño. El joven chofer parecía que tenía el diablo en el cuerpo. La unidad que conducía la hundía en cada hueco que encontraba en la vía, por lo cual íbamos de salto en salto como en una carreta.

De repente, un lujoso automóvil rozó la camioneta lo que provocó una discusión entre ambos choferes. El del carro le dijo una sarta de groserías al de la camioneta quien le respondió afirmando que él era un malandro, por lo cual le iba a dar cuatro tiros con su hierro. El del carro lujoso se sintió ofendido y aseguró que él sí era un malandro de verdad y exigía, al contricante, que se bajara de la camioneta para comprobarle lo que él era capaz.

Los pasajeros íbamos tensos temiendo que, de un momento a otro, se produjera una balacera. Al mismo tiempo unos zagaletones, que se habían subido a la camioneta a vender estampitas, gritaban: ¡que se besen!,¡ que se besen. Cuando llegamos al centro comercial Cedeño, Beatriz se bajó para ir al Metro y nosotros nos quedamos dentro de la camioneta, creyendo que continuaría hasta la avenida Farriar para, desde allí, dirigirnos a la Catedral.

Estábamos entretenidos leyendo el periódico cuando el guapetón chofer nos gritó, desde el volante: Mira viejo, tú crees que yo te voy a seguir paseando por Valencia. ¿No te das cuenta de que la parada es hasta la Cedeño? ¡Te bajas ya, que estoy a...

La unidad estaba sola. Salimos despavoridos por temor a que aquella fiera descargara sobre nosotros la ira que le produjo que otro malandro lo llamara malandro. ¿Cuál será el criterio para darle licencia a personas tan violentas para que tengan, bajo su responsabilidad, la vida de las miles de personas que utilizan, diariamente, el transporte público?

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