Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 7 de julio de 2011

La ciudad que queremos

El carabobeño 05 julio 2011

Anais Caldera R. (*) ||

La ciudad que queremos

En aquel entonces, nadie imaginó que hoy estuviese añorando el sosiego la tranquilidad, los extensos espacios y los frondosos árboles de aquel ambiente rural que abandonó un buen día en busca de una mayor seguridad económica y social que le ofrecía la recién explotación petrolera. La meta era emigrar y buscar mejores condiciones de vida con los beneficios que ofertaba el boom petrolero. Con esas expectativas se fueron poblando las ciudades, sin ningún control urbanístico ni con el apoyo de un estamento legal que regulase el éxodo de aquellas masas de campesinos que pensaban que el negocio petrolero les esperaría con las puertas abiertas para emplearlos y para poder iniciar una nueva etapa de sus vidas y olvidar muchas de las limitaciones e incomodidades que padecían en campo.

Pero no todos pudieron alcanzar tal sueño y disfrutar los dividendos de la renta petrolera. Quienes no lograron esa meta comenzaron a formar los cinturones de miseria existentes en muchas de las ciudades venezolanas, y quienes sí pudieron laborar como obreros u otro cargo inferior a los desempeñados por los técnicos foráneos, también crearon urbanizaciones y barrios sin planificación alguna. Ambos casos, muestran la inexistencia de políticas públicas capaces de adecuar el desarrollo urbanístico, de acuerdo con las potencialidades ambientales de cada zona. Esa expansión anárquica de las ciudades aún no se ha podido detener ni con la creación de las leyes u ordenanzas que rigen el urbanismo en Venezuela.

Hoy, por ende, existen en Venezuela muchas ciudades anárquicas que día a día revierten a sus habitantes el caos que ellos o sus ascendientes instauraron con su irrupción abrupta y violenta de aquellos espacios geográficos que contaban con las condiciones y los recursos naturales aptos y requeridos para crear ciudades planificadas y garantes del bienestar humano. Hoy estamos rodeados de ciudades mal planificadas que estimulan el estrés colectiva y propician actuaciones ciudadanas que van en contra del desarrollo humano, como la agresividad al manejar, la desobediencia de las señales de tránsito, el irrespeto por los peatones, el desaprovechamiento y el descuido de las áreas verdes, el lanzamiento de desperdicios a la calle u otros sitios inapropiados desde el auto, las residencias familiares, los centros comerciales y el transporte público, así como el derroche de agua potable y el abuso de poder cuando se ejerce funciones de policía, fiscal de tránsito u otros cargos públicos.

Conductas muy lejanas de una verdadera formación ciudadana y muy cercanas a la carencia de esos valores que muestran a individuos capaces de asumir todos sus deberes para poder reclamar sus derechos. Consecuentemente, muchos citadinos sólo saben exigir los beneficios consagrados constitucionalmente, pero son incapaces de preguntarse ¿cómo debo comportarme para hacer más vivible la ciudad donde habito?, ¿utilizo el agua y la energía sustentablemente?, ¿hasta dónde llegan mis derechos y cuáles son mis deberes??, ¿doy el ejemplo para impedir que otros no lancen desechos a la calle?, ¿propicio la contaminación atmosférica con el humo que sale de mi fábrica, tubo de escape de mi vehículo e industria?, ¿propicio la contaminación sónica cuándo escucho música?. ¿al dirigirme a otros utilizo las normas de cortesía o el irrespeto?, ¿impongo mi ética o el factor económico al ejercer mi profesión u oficio?, ¿ejerzo la autoridad con coerción o ajustada a derecho?. ¿Doy o exijo obediencia y respeto a otros?, ¿apoyo o rechazo las invasiones?. Interrogantes que deberían hacérselas cada venezolano y quienes fungen como autoridad de una ciudad para que construyan y no destruyan; para que puedan aportar soluciones viables a cualquier situación y actuar como agentes proactivos y ciudadanos capaces de coadyuvar en la construcción de las ciudades que queremos.

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