Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 24 de julio de 2011

La Tentación de San Benito, símbolo de la exposición al Ego humano que todos tenemos en cualquier momento y lugar...

De manera muy especial he repetido en

este blog, la importancia que tuvieron

para mi los años 1992-1998 en los

que permanecí trabajando como

"un monje más" en la Abadía "San José"

de Güigüe. Como sitio de verdadero

ejercicio de los valores católicos raigales de mi formación cristiana
tan a la venezolana y jesuítica que había hecho en el Internado "San
José de Tarbes" de El Paraíso, Caracas y luego en la UCAB, además de
los propios de mi familia materna tachirense dedicada por entero a la
enseñanzaeducativa entre los más pobres de los pueblos fronterizos
colombo-venezolanos, según modelo de vida de mi abuelo Don Marcos
Eugenio, maestro y mi tío Monseñor Rafael Angel Eugenio Fuentes,
quien además de Capellán de la Cárcel de "Santa Ana"(San Cristóbal)
fue Párroco de muchos pueblos del Estado Táchira hasta asentarse en
Capacho Viejo donde con su familia funda y es Director hasta su muerte
del Taller Escuela, inicialmente dedicado a Santa Teresita del Niño Jesús,
donde a niñas humildes e indias que estaban destinadas a
la prostitución o embarazos precoces de Guardias nacionales o machos
que volcaban sus vicios sobre ellas apenas dejaban su niñez, se les
ofrecía enseñanza gratuita para fomarse como Maestras Normalistas que
como una cadena formaban a su vez otras niñas en los más remotos pueblos
del territorio tachirense. Por mi carácter nada quieto y esa valoración
excesiva al "deber ser" y a la Acción reconozco que no vine a valorar la oración
y contemplación cristiana hasta llegar a la Abadía y ser dirigida por su
II Abad Dr. José María Martínez osb., quien retirado en 1999, volvió al
cargo ante la dolorosa e inesperada muerte del III Abad Dr. Otto Löhner osb.
Por eso respeto a los monjes benedictinos que conocí y hoy están
mayoritariamente fallecidos con una estima que espero comprendan los jóvenes
novicios que totalmente venezolanos, sustituyen a aquéllos que vinieron de
Europa, sobre todo Alemania y País Vasco, a darle a Venezuela la otra cara
de la moneda del catolicismo que no vino a nuestras tierras en la Conquista
española, por no ser interés de los Reyes Católicos generar seres pensantes
espirituales, menos aún adultos integrales en su Fe, sino fanáticos sincréticos
que se convertían al mensaje de Cristo por temor y no por AMOR.
Justamente el P.Beda, uno de esos preparadísimos sacerdotes monjes
benedictinos,que sobrevive ya anciano a esa cohorte de la que ya
quedan muy pocos, hoy en
su blog "Por Cristo con El y en El" nos habla de la tentación de San Benito con
un texto que demuestra esa extraordinaria preparación espiritual e intelectual
que estos monjes de Santa Otilia (München, Alemania) poseen, texto que
me sirve de exhortación a los monjes o aspirantes a tales, jóvenes que
venezolanos como yo,carecen de esa preparación, o que se acercan a ellos
como "bichos raros" de los que tejen mil y una leyenda como he oido a lo
largo de los años, incluso que
no pertenecen a la Iglesia Católica porque a ésta misma le cuesta el
silencio interior,
el trabajo sobre el Ego personal y la aceptación de la oración sin aspavientos,
ya que realmente somos los venezolanos
muy inmaduros, imagineros, fetichistas e
ignorantes de las raices básicas de nuestra Fe católica, y hemos sido formados
más en la lucha, la adoración de cosas y hombres, rechazar el cristianismo y
amar el budismo, chamanismo o cualquier ismo de moda, tildando al primero
de "creencias" sin conocerlo en su verdadera dimensión,
acostumbrados además al obrar tan de los jesuítas,
los sacerdotes del clero secular como mi tío, prohombres y mujeres de
comienzos de siglo de la Iglesia
Católica venezolana, o de los seguidores de la Teología de la Liberación
que consideran como estático y sin movimiento, acción, obra, a estos contem-
plativos orantes, a los que llegamos a ver como un estorbo en la Iglesia de
los 60-70, sin darnos cuenta que en los tiempos que corren, son verdaderamente
los grandes paladines del Dios AMOR, verdaderos refugios del hombre
angustiado de estos tiempos "castigados" por el Dios JUEZ o ACCION PURA
que es la única cara que de El conocemos los católicos venezolanos.
Ojalá la Abadía "San José" en manos nuevamente del Abad que en 1991
muy joven aún, fue el encargado de hacer volver a su carisma original monástico
a la orden benedictina tan joven en Venezuela (1923) aunque tan vieja en existencia
(S.IV.DC) en la historia de la salvación,
con su consecuente mudanza a Güigüe desde San José del Avila donde eran una
Parroquia más de la Arquidiócesis caraqueña, comprendan la dimensión exacta de
la escogencia que han hecho, y no quieran ser lo que un contemplativo NO ES
en ninguna de las religiones, donde la corriente Mistica es una elección de vida.
No se equivoquen como yo en momentos lo hice, y hoy doy gracias al Abad José
María Martínez, a quien noto ya cansado y de edad mayor, pues fui testigo de
su retiro voluntario para dar paso al Abad Otto en 1999, de su pulso sin aparente
dureza para sostenerme en mi discipulado, que se interpretaba como falta de
carácter o debilidad, cuando es todo lo contrario "en la debilidad y humildad
reconocidas está la FUERZA". El Abad Martínez es un hombre que de su retiro
tuvo que volver, repito, por obediencia a su cargo de nuevo, por éso no crean
que deben luchar para ser una cosa que no ES y
poner en peligro
de cisma y ambiente terrible por los egos humanos a lo que ES en ESENCIA
el carisma contemplativo de la Comunidad Benedictina no Jesuita o Redentorista
que orienta a los hombres entregados a Dios desde ese Camino.
"Con el maligno no hay diálogo ni interacción; no merece que se le
hable. El hombre de Dios sencillamente hace la señal de la cruz, que
no es un simple rito, ni arte de magia. No; es la expresión de lo que se vive
"

sábado 23 de julio de 2011

La Tentación de Benito

Tentación de San Benito:
Pintura en Sacro Speco, Subiaco
















“Un día, estando a solas, se presentó el tentador. Un ave pequeña y negra, llamada vulgarmente mirlo, empezó a revolotear alrededor de su rostro, de tal manera que hubiera podido atraparla con la mano si el santo varón hubiera querido apresarla. Pero hizo la señal de la cruz y el ave se alejó. No bien se hubo marchado el ave, le sobrevino una tentación carnal tan violenta, cual nunca la había experimentado el santo varón. El maligno espíritu representó ante los ojos de su alma cierta mujer que había visto antaño y el recuerdo de su hermosura inflamó de tal manera el ánimo del siervo de Dios, que apenas cabía en su pecho la llama del amor. Vencido por la pasión, estaba ya casi decidido a dejar la soledad. Pero tocado súbitamente por la gracia divina volvió en sí…
(San Gregorio Magno, Vida de San Benito, capítulo 2).
La escena del ave es como una imagen de lo que viene. Es un animal que aparece de repente, igual como nuestros pensamientos, fantasías y deseos. Es negra, un color que se relaciona en la espiritualidad con algo negativo, siniestro. Es insistente y molesta.
Pero el santo varón no la atrapa con la mano, como hubiera podido hacer. No busca el control sobre la situación. Aleja el peligro con la señal de la cruz, esta cruz que nos salva. Con el maligno no hay diálogo ni interacción; no merece que se le hable. El hombre de Dios sencillamente hace la señal de la cruz, que no es un simple rito, ni arte de magia. No; es la expresión de lo que se vive. Como diría siglos más tarde el acróstico en la medalla de San Benito: “La santa cruz sea mi luz; el dragón (es decir: lo visceral e inmediato) no sea mi guía” (véase la entrada sobre este tema en este mismo blog, con fecha del 22 de abril de 2011).
La escena que sigue nos relata esta experiencia. En la soledad se asoma el mundo que llevamos dentro. Cualquier cosa nos puede molestar, e inducir a buscar una compensación, un placer. El relato de esta tentación no tiene nada que ver con una fijación sexual. Más bien, la búsqueda del placer sexual es como un paradigma de nuestra búsqueda de cualquier otra satisfacción o compensación, de cualquier adicción. La dinámica siempre es la misma. Sabemos que, en último término, el placer sexual siempre está disponible, y no cuesta nada, mientras que no tenemos siempre acceso a otras sustancias o actividades para satisfacer una dependencia. Recordemos que la Vida de San Benito no es una biografía sino una radiografía que nos quiere mostrar lo esencial de un asunto. Aquí echa luz sobre “cómo funciona” una tentación cualquiera, y sobre cómo responde el varón de Dios (cosa que veremos en otra entrada de este blog).
Benito experimenta esta tentación como incontrolable: Vencido por la pasión, estaba ya casi decidido a dejar la soledad. Lo que surge del inconsciente profundo no se puede controlar con la razón, ni con la pura fuerza de voluntad (Los alcohólicos anónimos saben de esto: el primer paso es reconocer que no pueden con el alcohol, y se entregan a una “fuerza superior”, como la llaman).
Tocado súbitamente por la gracia divina volvió en sí. Es la gracia de Dios que lo saca de la atracción del “agujero negro” de su fantasía que llama su atención, amenazando con absorberlo. Vuelve en sí; vuelve a ver el panorama, la realidad completa. La gracia de Dios hace esfumar esta ilusión que le presenta su memoria, y le permite ubicarse de nuevo en la realidad.
Uno podría decir, “¡Qué suerte! Pero a mí no me toca la gracia de Dios. ¿Qué puedo hacer?” – Vamos por partes: ¿Quién es aquél hombre a quien le toca la gracia de Dios? No es porque Benito ya sea un santo, o porque Dios tenga preferencias. Estamos frente a un hombre de quien San Gregorio dice que, estando aún en esta tierra y pudiendo gozar libremente de las cosas temporales, despreció el mundo con sus flores, cual si estuviera marchito… Deseó agradar únicamente a Dios… deseó más sufrir los desprecios del mundo que recibir sus alabanzas, y fatigarse con trabajos por Dios más que verse ensalzado con los favores de esta vida. Hablamos, pues, de un hombre que estaba buscando a Dios con toda intensidad, que amaba a Dios “con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas” (Deuteronomio 6,5). Durante estos tres años en la cueva, Benito centró su vida en Dios.
La violencia de esta tentación nos da a entender que, a pesar de toda buena intención, los deseos egoístas buscan una gratificación inmediata. Dios, y su gracia, siempre están presentes y nos acompañan. Es la búsqueda continua de Dios que aumenta la consciencia de su presencia; por eso, Benito está más preparado para percibir la gracia de Dios. Una gente que se distrae continuamente, que satisface cualquier deseo inmediatamente, tiene la mente embotada y el corazón endurecido, y no es capaz de darse cuenta de la presencia de Dios y de su gracia.
Esto me parece de suma importancia hoy en día. No vivimos en una cueva, aislados de todo el mundo. Vivimos en un mundo donde todo está a nuestro alcance: imágenes, vallas, televisión, prensa, internet, etc. Este ambiente, de manera a veces muy agresiva, quiere hacernos creer que la satisfacción inmediata de cualquier deseo es lo más indicado y normal. No le importa la pérdida de la dimensión espiritual y del sentido de la vida. Si en tal ambiente no nos relacionamos con Dios, no tenemos la fuerza de resistir. Eso no significa rezar mucho, o hacer muchos sacrificios. Significa dejarnos atraer por Dios, establecer una relación personal con Él, darle la primera importancia en nuestra vida y nuestros intereses, “orar continuamente”, como dice San Pablo. Sólo así nos disponemos a percibir la presencia de su gracia en medio de las atracciones inmediatas que nos rodean.

No hay comentarios: