El carabobeño 10 julio 2011
Alfredofermin@hotmail.com
El coleccionista
El doctor López cuenta con una extraordinaria colección de Arte Venezolano de pintores clásicos venezolanos: Arturo Michelena, Antonio Herrera Toro, Cristóbal Rojas, Armando Reverón, Rivero Sanabria, Federico Brandt y artistas que han ganado el Premio Nacional de Pintura. "La situación económica del país impide, a la clase media, adquirir obras de arte, por lo cual ya es muy difícil que los artistas vivan de su creación. El coleccionismo está decadencia. Esta realidad y la triste situación que vive el Ateneo de Valencia, pone en peligro a una de las colecciones artísticas más importantes del país. Admiro la gestión del ex rector Elis Mercado, como presidente del Ateneo de Valencia pero, si no hay un acuerdo entre las partes no saldremos de este problema que nunca debió ocurrir".
José Enrique López ejerce, como un obrero, la medicina y la educación desde hace más de 50 años. Lo ha hecho con tanta dedicación y esmero que afirma, con la seriedad que le caracteriza, que después de tanto tiempo ya no hay tiempo para jubilarse.
"Debo continuar con esta misión porque no tengo otra alternativa. Me es imposible dejar de sanar, de educar y orientar a quienes lo necesitan y, mucho más, ahora cuando el país está tan confundido y agresivo", reflexiona este hombre eminente que continúa coordinando el postgrado de Medicina de la Universidad de Carabobo y atendiendo a sus pacientes en el centro médico Guerra Méndez.
La misión de Pepe López no ha pasado inadvertida. Centenares de sus alumnos lo han nombrado padrino de promoción, es el primer médico, no residenciado en Caracas, que ha presidido la Academia Nacional de Medicina y, el próximo martes 12, recibirá el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Carabobo, a la cual presta servicios desde su reapertura en 1958.
El doctor López es una de las personalidades más estimadas y queridas de esta ciudad. A sus 81 años, su imponente figura, algo encorvada, con su pelo y su bigote negrísimos, asiste todas las tardes, menos el jueves, a su consultorio presidido por un antiquísimo Cristo, tallado en madera oscura, al que sus pacientes lo han adornado con collares, rosarios, medallas y otras prendas para agradecerle el milagro por la salud recuperada, comenta en el inicio de esta entrevista con motivo del máximo reconocimiento que le hace la Universidad de Carabobo.
Creo que este doctorado -comenta con su elegante serenidad- no llega tarde pero sí retardado. Lo recibo con mucha satisfacción no tanto por mí sino porque alegra a mi familia, a mis alumnos y a mis compañeros de la Academia Nacional de Medicina que se sienten orgullosos de que, uno de los suyos, reciba una distinción de esta categoría, sobre todo a petición de la Facultad de Ciencias de la Salud.
En otras facultades es más fácil recibir un doctorado, pero en la nuestra es difícil no sólo hay que poner de acuerdo al sector de Valencia. Hay que lograr también el voto calificado de las extensiones de La Morita, en Maracay, Puerto Cabello y otras dependencias.
Esto ha sido un largo proceso que comenzó cuando María Luisa Aguilar de Maldonado era rectora. Ella quiso distinguirme cuando fui electo presidente de la Academia de la Historia, pero no se lograron los votos. En este período rectoral de Jessy Divo, hicieron considerables esfuerzos, para lograrlo, el decano José Corado, la directora de la Escuela de Medicina, Evelyn Figueroa de Sánchez y la directora del postgrado. Y lo lograron para mi satisfacción personal.
¿Siente la misma satisfacción de cuando fue electo presidente de la Academia de Medicina?
- Es también un orgullo, pero aquella fue una decisión más fácil porque mis compañeros me eligieron por unanimidad, a pesar de que era el primero en presidir la Academia sin ejercer la Medicina en Caracas, como había ocurrido durante casi un siglo.
Llegué allí tocando la puerta como miembro correspondiente por el estado Carabobo. Al año, me nombraron tesorero y me reeligieron; después me designaron, durante dos años, vicepresidente y, finalmente, fui nombrado presidente por dos años siempre ocupando el sillón 17.
¿Cómo fueron sus inicios en la actividad académica de la Universidad de Carabobo?
- Me gradué de médico en Brasil y, cuando regresé, se acababa de crear la Escuela de Medicina. Me contrataron como instructor. Pero, cuando se planteó la necesidad de que, para ascender en el escalafón, necesitábamos una mayor formación, por lo cual una comisión, cuyo vicepresidente era Luis Alfredo Wadskier, acordó contratar profesores en otros países suramericanos. Fui designado para integrar una comisión junto con el primer decano electo Valero Lugo.
Para Microbiología, vino de Brasil Antonio Franco Do Amaral, que formó al destacado científico Alejandro Divo quien luego se quedó al frente de la cátedra. En esa misma época se formaron Witremundo Torrealba y Nino Incani. De Uruguay vinieron el eminente profesor de la Universidad de Montevideo, Miguel Pateta Queirolo y la profesora Estela Castillo de Bonnevaux. Ellos formaron destacados profesores para la escuela que luego se transformó en Facultad de Ciencias de la Salud.
¿Está de acuerdo con la huelga de médicos?
- Nunca pensamos ver huelga de médicos porque eso está prohibido por el Código de Etica. La situación los ha obligado porque tanto a ellos, como a las enfermeras y demás profesionales de la Medicina, son víctimas de la inflación y no pueden vivir con los sueldos que están ganando. Pero no es una huelga completa porque se hace por horas. Además en ese tiempo hacen la suplencia los médicos residentes. En honor a la verdad el gobierno ha venido respondiendo poco a poco.
¿Qué opinión le merece la misión Barrio Adentro?
-Fue un proyecto de buena intención, pero los médicos que vinieron desertaron, se fueron, desaparecieron. Eso estaba condenado al fracaso porque vinieron a implantar un sistema arcaico, casero. Si se quería llevar la salud a los sectores más populares se ha debido contratar médicos venezolanos, que los tenemos muy buenos. No era necesario que viniera gente del exterior cuando de nuestras universidades egresan profesionales mejor formados y más actualizados y familiarizados con la tecnología.
¿Por qué el Hospital Central de Valencia, que fue su cuartel general, llegó al estado deplorable en que se encuentra?
-Los hospitales requieren mantenimiento permanente y que las obras que se inicien se terminen. Allí se quemó la Maternidad, hace años. Comenzaron los trabajos de reparación y está paralizada por indolencia.
Es cierto que el hospital está muy descuidado. Pero, a pesar de todas las críticas y las decisiones reprochables que se toman, hay que reconocer que el gobierno envía medicamentos muy costosos, que no se producen en el país y las cosas se parapetean para que, los más pobres, reciban atención médica, no la más deseable pero algo reciben.
Lo que pasa es que hospitales como el Central requieran mucho dinero y no está adaptado para la sociedad actual. Por más recursos que se les invierta continuarán con deficiencias.
¿Está de acuerdo con la modalidad de los CDI creados en este gobierno?
- Dicen que funcionan para algo. También eran buenos las medicaturas, los centros de salud, los hospitales estatales pequeños. Pero en cada gobierno se imponen puntos de vista de alguien,que no son tan buenos como los anteriores. El país ha crecido demasiado y no se tomaron previsiones para lo que venía.
¿Podrá la tecnología sustituir a los médicos?
- Nunca. Siempre habrá el análisis y el examen clínico. Es muy difícil que un aparato diga si una persona ama, o si está decepcionado de un hijo o tiene un trauma. Siempre habrá el interrogatorio del especialista que debe conocer las razones que producen la enfermedad de una persona.
Esto es como en la tauromaquia. Cuando el toro sale en la plaza, el torero tiene que estar mosca para ver cómo arranca el animal, por donde mete el cuerno, cómo va al burladero para poder diseñar su faena. Sin eso, no podría haber la fiesta.
Asimismo, los internistas, cuando llega el paciente tienen que observar cómo camina, cómo se sienta, cómo se ríe porque, en cualquier momento, la enfermedad, que se lleva por dentro, revela los síntomas para el diagnóstico.
¿Quiere decir que usted con solo ver a una persona sabe si está o no enfermo?
- Uno se da cuenta, inmediatamente, si la enfermedad es funcional o no, si es por un desequilibrio emocional, por problemas sentimentales, de dinero o en el hogar, todo eso afecta y la gente a veces no se da cuenta.
¿Está el presidente Chávez tan enfermo cómo dicen?
- Por lo que he oído, y por lo que él dijo, parece ser que tenía un acceso que resultó un tumor que se había accesado. Cuando lo sacaron fue cuando le dijeron al Presidente que consiguieron células malignas y que había que operarlo. Dicen que, como paciente, está en una etapa en la que se le está permitiendo seleccionar si se somete a quimioterapia o a una nueva cirugía.
¿Entonces no es un teatro como dicen?
- No creo, a Chávez se le ve en la cara que está preocupado porque debe tomar una decisión. De seguro que piensa en que se le va a caer el pelo y que sentirá síntomas que a cualquiera asustan. Pienso que sus médicos están procurando una quimioterapia que no sea tan agresiva.
¿Podrían curarlo los babalaos cubanos al Presidente?
- No he visto que una enfermedad física, como la que tiene el Presidente, se cure con esas prácticas. Eso sólo influye en la mente, cuando son enfermedades psicosomáticas que son manifestaciones corporales de una afección emocional, depresiva, de ansiedad. Es algo de carácter mágico religioso pero no científico.
"Debo continuar con esta misión porque no tengo otra alternativa"
Alfredo FermínAlfredofermin@hotmail.com
El coleccionista
El doctor López cuenta con una extraordinaria colección de Arte Venezolano de pintores clásicos venezolanos: Arturo Michelena, Antonio Herrera Toro, Cristóbal Rojas, Armando Reverón, Rivero Sanabria, Federico Brandt y artistas que han ganado el Premio Nacional de Pintura. "La situación económica del país impide, a la clase media, adquirir obras de arte, por lo cual ya es muy difícil que los artistas vivan de su creación. El coleccionismo está decadencia. Esta realidad y la triste situación que vive el Ateneo de Valencia, pone en peligro a una de las colecciones artísticas más importantes del país. Admiro la gestión del ex rector Elis Mercado, como presidente del Ateneo de Valencia pero, si no hay un acuerdo entre las partes no saldremos de este problema que nunca debió ocurrir".
José Enrique López ejerce, como un obrero, la medicina y la educación desde hace más de 50 años. Lo ha hecho con tanta dedicación y esmero que afirma, con la seriedad que le caracteriza, que después de tanto tiempo ya no hay tiempo para jubilarse.
"Debo continuar con esta misión porque no tengo otra alternativa. Me es imposible dejar de sanar, de educar y orientar a quienes lo necesitan y, mucho más, ahora cuando el país está tan confundido y agresivo", reflexiona este hombre eminente que continúa coordinando el postgrado de Medicina de la Universidad de Carabobo y atendiendo a sus pacientes en el centro médico Guerra Méndez.
La misión de Pepe López no ha pasado inadvertida. Centenares de sus alumnos lo han nombrado padrino de promoción, es el primer médico, no residenciado en Caracas, que ha presidido la Academia Nacional de Medicina y, el próximo martes 12, recibirá el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Carabobo, a la cual presta servicios desde su reapertura en 1958.
El doctor López es una de las personalidades más estimadas y queridas de esta ciudad. A sus 81 años, su imponente figura, algo encorvada, con su pelo y su bigote negrísimos, asiste todas las tardes, menos el jueves, a su consultorio presidido por un antiquísimo Cristo, tallado en madera oscura, al que sus pacientes lo han adornado con collares, rosarios, medallas y otras prendas para agradecerle el milagro por la salud recuperada, comenta en el inicio de esta entrevista con motivo del máximo reconocimiento que le hace la Universidad de Carabobo.
Creo que este doctorado -comenta con su elegante serenidad- no llega tarde pero sí retardado. Lo recibo con mucha satisfacción no tanto por mí sino porque alegra a mi familia, a mis alumnos y a mis compañeros de la Academia Nacional de Medicina que se sienten orgullosos de que, uno de los suyos, reciba una distinción de esta categoría, sobre todo a petición de la Facultad de Ciencias de la Salud.
En otras facultades es más fácil recibir un doctorado, pero en la nuestra es difícil no sólo hay que poner de acuerdo al sector de Valencia. Hay que lograr también el voto calificado de las extensiones de La Morita, en Maracay, Puerto Cabello y otras dependencias.
Esto ha sido un largo proceso que comenzó cuando María Luisa Aguilar de Maldonado era rectora. Ella quiso distinguirme cuando fui electo presidente de la Academia de la Historia, pero no se lograron los votos. En este período rectoral de Jessy Divo, hicieron considerables esfuerzos, para lograrlo, el decano José Corado, la directora de la Escuela de Medicina, Evelyn Figueroa de Sánchez y la directora del postgrado. Y lo lograron para mi satisfacción personal.
¿Siente la misma satisfacción de cuando fue electo presidente de la Academia de Medicina?
- Es también un orgullo, pero aquella fue una decisión más fácil porque mis compañeros me eligieron por unanimidad, a pesar de que era el primero en presidir la Academia sin ejercer la Medicina en Caracas, como había ocurrido durante casi un siglo.
Llegué allí tocando la puerta como miembro correspondiente por el estado Carabobo. Al año, me nombraron tesorero y me reeligieron; después me designaron, durante dos años, vicepresidente y, finalmente, fui nombrado presidente por dos años siempre ocupando el sillón 17.
¿Cómo fueron sus inicios en la actividad académica de la Universidad de Carabobo?
- Me gradué de médico en Brasil y, cuando regresé, se acababa de crear la Escuela de Medicina. Me contrataron como instructor. Pero, cuando se planteó la necesidad de que, para ascender en el escalafón, necesitábamos una mayor formación, por lo cual una comisión, cuyo vicepresidente era Luis Alfredo Wadskier, acordó contratar profesores en otros países suramericanos. Fui designado para integrar una comisión junto con el primer decano electo Valero Lugo.
Para Microbiología, vino de Brasil Antonio Franco Do Amaral, que formó al destacado científico Alejandro Divo quien luego se quedó al frente de la cátedra. En esa misma época se formaron Witremundo Torrealba y Nino Incani. De Uruguay vinieron el eminente profesor de la Universidad de Montevideo, Miguel Pateta Queirolo y la profesora Estela Castillo de Bonnevaux. Ellos formaron destacados profesores para la escuela que luego se transformó en Facultad de Ciencias de la Salud.
¿Está de acuerdo con la huelga de médicos?
- Nunca pensamos ver huelga de médicos porque eso está prohibido por el Código de Etica. La situación los ha obligado porque tanto a ellos, como a las enfermeras y demás profesionales de la Medicina, son víctimas de la inflación y no pueden vivir con los sueldos que están ganando. Pero no es una huelga completa porque se hace por horas. Además en ese tiempo hacen la suplencia los médicos residentes. En honor a la verdad el gobierno ha venido respondiendo poco a poco.
¿Qué opinión le merece la misión Barrio Adentro?
-Fue un proyecto de buena intención, pero los médicos que vinieron desertaron, se fueron, desaparecieron. Eso estaba condenado al fracaso porque vinieron a implantar un sistema arcaico, casero. Si se quería llevar la salud a los sectores más populares se ha debido contratar médicos venezolanos, que los tenemos muy buenos. No era necesario que viniera gente del exterior cuando de nuestras universidades egresan profesionales mejor formados y más actualizados y familiarizados con la tecnología.
¿Por qué el Hospital Central de Valencia, que fue su cuartel general, llegó al estado deplorable en que se encuentra?
-Los hospitales requieren mantenimiento permanente y que las obras que se inicien se terminen. Allí se quemó la Maternidad, hace años. Comenzaron los trabajos de reparación y está paralizada por indolencia.
Es cierto que el hospital está muy descuidado. Pero, a pesar de todas las críticas y las decisiones reprochables que se toman, hay que reconocer que el gobierno envía medicamentos muy costosos, que no se producen en el país y las cosas se parapetean para que, los más pobres, reciban atención médica, no la más deseable pero algo reciben.
Lo que pasa es que hospitales como el Central requieran mucho dinero y no está adaptado para la sociedad actual. Por más recursos que se les invierta continuarán con deficiencias.
¿Está de acuerdo con la modalidad de los CDI creados en este gobierno?
- Dicen que funcionan para algo. También eran buenos las medicaturas, los centros de salud, los hospitales estatales pequeños. Pero en cada gobierno se imponen puntos de vista de alguien,que no son tan buenos como los anteriores. El país ha crecido demasiado y no se tomaron previsiones para lo que venía.
¿Podrá la tecnología sustituir a los médicos?
- Nunca. Siempre habrá el análisis y el examen clínico. Es muy difícil que un aparato diga si una persona ama, o si está decepcionado de un hijo o tiene un trauma. Siempre habrá el interrogatorio del especialista que debe conocer las razones que producen la enfermedad de una persona.
Esto es como en la tauromaquia. Cuando el toro sale en la plaza, el torero tiene que estar mosca para ver cómo arranca el animal, por donde mete el cuerno, cómo va al burladero para poder diseñar su faena. Sin eso, no podría haber la fiesta.
Asimismo, los internistas, cuando llega el paciente tienen que observar cómo camina, cómo se sienta, cómo se ríe porque, en cualquier momento, la enfermedad, que se lleva por dentro, revela los síntomas para el diagnóstico.
¿Quiere decir que usted con solo ver a una persona sabe si está o no enfermo?
- Uno se da cuenta, inmediatamente, si la enfermedad es funcional o no, si es por un desequilibrio emocional, por problemas sentimentales, de dinero o en el hogar, todo eso afecta y la gente a veces no se da cuenta.
¿Está el presidente Chávez tan enfermo cómo dicen?
- Por lo que he oído, y por lo que él dijo, parece ser que tenía un acceso que resultó un tumor que se había accesado. Cuando lo sacaron fue cuando le dijeron al Presidente que consiguieron células malignas y que había que operarlo. Dicen que, como paciente, está en una etapa en la que se le está permitiendo seleccionar si se somete a quimioterapia o a una nueva cirugía.
¿Entonces no es un teatro como dicen?
- No creo, a Chávez se le ve en la cara que está preocupado porque debe tomar una decisión. De seguro que piensa en que se le va a caer el pelo y que sentirá síntomas que a cualquiera asustan. Pienso que sus médicos están procurando una quimioterapia que no sea tan agresiva.
¿Podrían curarlo los babalaos cubanos al Presidente?
- No he visto que una enfermedad física, como la que tiene el Presidente, se cure con esas prácticas. Eso sólo influye en la mente, cuando son enfermedades psicosomáticas que son manifestaciones corporales de una afección emocional, depresiva, de ansiedad. Es algo de carácter mágico religioso pero no científico.
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