Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 28 de julio de 2011

Parece que es la mujer que siempre le abre al hombre una dimensión más allá de lo inmediato y superficial, para bien y para mal.

Cuando ingresé a la Abadía "San José"

un 17 de febrero de 1992, quise ahondar en los aspectos raigales de
mi fe católica, ya que estaba en el lugar adecuado ya que los MONJES
BENEDICTINOS "son el saber de la Iglesia" y con ellos podría despejar
muchas dudas sobre la Fe heredada de mis antepasados, tan maltratada
en mi psiquis con los trabajos en los barrios y tan activa sin base espiritual
que regara esa aridez jesuítica. Me chocaba desde jovencita el retiro de mis
compañeros a otros caminos religiosos como el budismo, por ejemplo,
cuando los veía hablar y que en sánscrito, y adoptando posiciones que ni
siquiera sus cuerpos nutridos de carne y carbohidratos por años les permitía
la agilidad de los asiáticos alimentados con arroz y vegetales por siglos,
además mi mente "alemana" era racional y algo debía haber detrás de mi Fe
católica que yo desconocía, y que debía desentrañar ante de negarla a priori
o "porque no me gustan las monjas" (cosa que es cierta con excepciones)
o "los curas no se casan y se lo "bucean" a uno mientras hablan". Esos argu-
mentos tan pobres me parecían endebles para dejar toda una tradición, y Dios
en mi mayor bajón de fe me puso al frente de estos monjes, sobre todo de su
Abad José María Martínez y el P. Beda Hornug, uno mi Director Espiritual y
el otro MI AMIGO MARAVILLOSO...Amén de toda una comunidad que tenía
hombes de la calidad del posterior Abad Otto Löhner y los queridos P. Vidal y
Jesús María Sasía, Hermanos como León, Benito, etc.
Gracias a ellos descubrí a San benito no el de los chimbangueles nuestros y
sobre todo a SANTA ESCOLASTICA que dio en el punto vital del papel de la
mujer en la primitiva Iglesia aún no distorsionada por los intereses de Constantino
al hacerla religión oficial de Imperio Romano que él dirigía, y convirtió algo
esencial en la conveniencia política que la marca hasta hoy.
Fui a la fuente como la samaritana a buscar agua de VIDA y la encontré.

jueves 20 de enero de 2011

Mujeres iluminando el mundo









Sheila Morataya-Fleishman

ILUMINAR: alumbrar, dar luz.
Sinónimo: ilustrar, esclarecer, aclarar, inspirar.

Mujeres iluminando el mundo, ¿qué te dice? ¿en qué piensas? ¿Qué es ser "mujer" en nuestros días, y ¿qué es iluminar ? Te invito, a que con calma reflexionemos a través de la historia:

-César en el siglo I antes de C. pensaba que un millón y medio de galos muertos no era un precio demasiado alto para reinar en Roma.
-En 1917 Lenin, pensaba que seis millones de muertos no era un precio demasiado alto para la revolución.
-En 1945 Adolfo Hitler, pensaba que seis millones de judíos muertos no eran un precio demasiado alto para mantener "pura" la raza.
-Entre 1939 y 1945 los nacionalistas pensaban que cincuenta millones de muertos en una guerra mundial no era un precio demasiado alto para la supremacía de Alemania.
-En 1991 cien mil mujeres y niños árabes muertos no parecen ser un precio demasiado alto para las ideas norteamericanas de un "nuevo orden" en el Golfo.
En el Sudán cientos de niños hambrientos, caminan casi sin poder sostenerse en sus piernas para poder ser admitidos en uno de los centros de alimentos. El que sea admitido o no, determinará su supervivencia o muerte. La guerra civil lleva 15 años y nunca, como a las puertas del nuevo siglo habrá mayor cantidad de hambrientos en el mundo.

Estas son sólo algunas de las guerras por las cuáles la humanidad ha tenido que pasar en nuestro siglo y en los anteriores en nombre de la paz. Para hablar de revolución interna y de revolución en el corazón de una mujer es preciso colocarla antes frente a su realidad, no únicamente su entorno, su país, sino su realidad a nivel de la humanidad. Para poder iluminar el mundo, iluminarlo de verdad es preciso llegar a las raíces de nuestra misma humanidad y analizar como el mismo hombre a través de los siglos ha ido causando su propia destrucción. En el caso de la mujer en específico, la vida moderna y el desarrollo material han provocado cambios importantes. La mujer es quien ha sido más liberadas pero al mismo tiempo reprimida y mal encauzada. Para volver a nuestra identidad y ser efectivas en nuestro papel como tales necesitamos conocer nuestra naturaleza y nuestra especial vocación.

Sólo así podremos dar al mundo nuevas generaciones cuya característica innata será el amor.

“El desarrollo personal es un compromiso mucho más alto que el sacrificio personal. Lo que más ha retrasado y milita aún contra el desarrollo femenino es el auto-sacrificio.” - Elizabeth Stanton

¿Es el auto-sacrificio una cuestión de modernidad?

“…el click: el reconocimiento, ese paréntesis de verdad que completa el rompecabezas de la realidad en la mente y en el corazón de una mujer; el momento que hace desatar una carga eléctrica a lo largo de tu cuerpo, despierta a nuestra alma e indica que la revolución ha comenzado.” - Sheila Morataya - Fleishman.
¿Estoy consciente de mi compromiso para con la sociedad?

“Desde el momento que el alma de una mujer tiene la gracia de conocer a Dios debe buscar.” - Teresa de Calcuta.
¿Cómo estoy buscando a Dios en mi vida diaria?

“Ahora todo se fusiona, cae en su lugar, desde el deseo hasta la acción, la palabra al silencio, mi trabajo, mi tiempo, mi rostro reunidos en un solo intenso gesto de crecer como una planta.” - May Sarton.

¿Cuánto medito cada día para hacer del mundo un lugar espléndido y soberano?

“Estamos en el mundo para servir a la humanidad.” - Edith Stein.

¿Cómo estoy haciendo para hacer esto realidad en la vida de los míos?

La autora norteamericanana, Joan Borysenko en su libro “A woman"s Book of life” hace una investigación profunda dentro de la psicología, biología y espiritualidad de la mujer. Se le hizo la siguiente pregunta a más de diez mil mujeres: Si pudieras retroceder el tiempo de tu vida y usar mejor tu juventud, ¿qué pedirías? La respuesta fue una: sabiduría para poder tomar las decisiones que siempre afectarán a otros. La sabiduría, es algo que debemos pedir constantemente a Dios en nuestras oraciones o meditaciones personales. La mujer de hoy, muchas veces está sumergida en ella misma y se olvida de su deber social más grande: servir a la humanidad. A todas nos une esa especial espiritualidad que sobrepasa las barreras religiosas y que se convierte en una potencia iluminadora que va más allá de las fronteras que nos separan.
La gran labor de nuestra vida consiste en algo mucho más importante que ganar dinero; encontrar una pareja; tener una carrera; criar niños; estar guapa; alcanzar la salud psicológica o desafiar el envejecimiento, la enfermedad y la muerte. La gran tarea que nos aguarda es el reconocimiento de lo sagrado de nuestra misión cotidiana, día a día, vivir conscientemente y con una expresión de profunda gratitud por las maravillas de Dios y su Creación.

miércoles 9 de febrero de 2011

Santa Escolástica

Imagen copiada
de una revista














En la Vida de San Benito, escrita a comienzos del siglo séptimo por el Papa San Gregorio Magno, hay una escena muy bella, que nos habla del encuentro del Santo con su hermana Escolástica. Para los que no la conocen, la resumo brevemente: Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica, “pasando el día entero entonando las alabanzas de Dios y entretenidos en santas conversaciones”. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella, cosa a que él se negó rotundamente. Tenía que volver al monasterio. Su hermana le pidió a Dios, en oración con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó con su hermana. Así pasaron toda la noche en vela, “en santas conversaciones sobre la vida espiritual, quedando cada uno gozoso de las palabras que escuchaba a su hermano. No es de extrañar que al fin la mujer fuera más poderosa que el varón, ya que, como dice Juan: Dios es amor (1Juan 4,16) y, por esto, pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).
Con esta frase lapidar, San Gregorio nos introduce en el misterio de la relación entre un santo varón y una santa mujer, en lo sublime que puede ser la relación entre un varón y una mujer.
Pero, ¡no nos engañemos! Donde un varón y una mujer se encuentran, allí las tendencias naturales, desde el más profundo de nuestro inconsciente, tienden a aflorar. San Benito había recorrido todo un camino de crecimiento para poder llegar a este encuentro con la mujer bajo la figura de la hermana. A lo largo de la Vida de él, San Gregorio Magno nos describe escenas donde Benito creció.
Primero está la separación de la figura materna, representada por su nodriza que lo había acompañado durante sus años de estudio en Roma, y después en Affide. La deja en la madrugada, sin decirle nada. La independencia y la libertad no se piden ni se negocian. El hombre tiene que aprender a valerse por sí solo, sin muletas.
Pero eso no es todo; por más que estemos en la soledad, llevamos el mundo dentro de nosotros. En la cueva de Subiaco, adonde se había retirado como ermitaño, recordó un día la imagen de una mujer que había visto hace tiempo. Frente a esta tendencia de vivir en la fantasía, buscando el placer fácil e inmediato, él fija su mente y su corazón en la dura realidad que vive, cosa que puede experimentarse como revolcárse entre espinos.
Más tarde, un vecino celoso envió al recinto del monasterio que había construido mientras tanto, unas jóvenes a bailar allí desnudas, para hacer caer a los monjes. Es la imagen de la mujer que tiene intenciones claras de desviar a otros de su propósito y su compromiso. Con ella no puede haber diálogo. Benito simplemente se retira.
Así, anclado firmemente en Dios, es capaz de este encuentro hermoso con la mujer como hermana. En el centro de atención ya no está la otra persona, sino Dios.
Parece que es la mujer que siempre le abre al hombre una dimensión más allá de lo inmediato y superficial, para bien y para mal. Lo puede engañar, para llevarlo a lo más bajo y mantenerlo en la esclavitud de los instintos animales, y lo puede elevar a lo más alto, como lo vemos en el caso del encuentro entre Benito y Escolástica.
Vemos en este encuentro también algo de la relación entre estructuras y relaciones personales. Benito había organizado su monasterio de tal manera que todo les facilitara a sus monjes la relación con Dios, eliminando distracciones. Al caer la noche, Benito quiere volver a este amiente. Escolástica le enseña que se encuentra a Dios no sólo en las estructuras, por más nobles que sean sus fines, sino también, y sobre todo, en la relación personal, lo que exige flexibilidad. Como diría la Biblia: el hombre está por encima del sábado, no al revés (Marcos 2,27).
Vale la pena indagar un poco en el significado del nombre “Escolástica”: este nombre viene de una palabra del griego antiguo, "schola" que significa ocio, tiempo libre, libre de compromisos, trabajos y ataduras. No es la ociosidad en el sentido negativo, sino un tiempo libre y reservado para poder dedicarse a algo, como leer, estudiar, a cultivar una relación personal. De allí, nuestra palabra "escuela": no trabajar, para tomarse el tiempo para estudiar. Así, Escolástica es una mujer libre de ataduras, para poder dedicarse “con todo su corazón, con toda su alma, y con todas sus fuerzas” a Dios (Deuteronomio 6,5). Recuerda un poco a María, la hermana de Marta, que se pone a los pies de Jesús, para escucharlo (Lucas 10,38-42).
Benito, por esta entereza interior, era un hombre sano, tan sano que pudo irradiar sanación incluso después de su muerte. Cuenta San Gregorio, que un día, una mujer enajenada que estaba errando por aquella región entró en la cueva donde Benito había estado como ermitaño, para pasar allí la noche. Al día siguiente, se despertó, encontrándose en su sano juicio. El hombre, íntimamente relacionado con Dios, puede sanar a una persona que anda errando sin saber qué está buscando. Y ya no es el hombre quien sana, sino que es Dios quien se manifiesta en este hombre, incluso cuando éste ya está muerto; porque, al final, todo es obra de Dios que fluye a través del hombre. Por eso, Gregorio llama a Benito muchas veces “el varón de Dios”.

lunes 21 de marzo de 2011

La Muerte de San Benito

Medalla de San Benito



















Los monjes benedictinos celebramos hoy, 21 de marzo, el Tránsito de San Benito, es decir, su muerte, como un paso de su vida mortal a la gloria de Dios. Hablamos del Abad Benito, de Nursia, que en Montecasino formó la primera comunidad de monjes benedictinos. Vivió, como se asume tradicionalmente, entre los años 480 y 547. Para los detalles, pueden leer lo que escribe San Gregorio Magno en la Vida de San Benito, capítulo 37. (Lo encuentran entre los enlaces de este blog, bajo “San Benito: Su Vida”, en la dirección: http://www.sbenito.org/vidasb/vida01.htm).
Esta Vida no es una biografía en el sentido moderno, sino más bien una “radiografía” donde se nos presentan las características esenciales de un santo. Por eso, muchos detalles tienen un significado simbólico que nos introduce en la riqueza de esta vida. Una de estas características del santo es su manera cómo asume y vive su muerte.
San Benito siente que se acerca su fin. Lo acepta como parte integral de su vida y, en vez de asustarse o de evadir el hecho, lo predice a varios de sus monjes junto con los signos que acompañarán su salida de esta vida. El “varón de Dios”, como lo llama San Gregorio con frecuencia, se encamina confiadamente hacia Dios a quien había seguido toda su vida.
“Seis días antes” manda abrir su sepultura… “Al sexto día se hizo llevar por sus discípulos al oratorio”. Este “seis días antes” lo encontramos también en el evangelio de Juan (Juan 12.1), donde María de Betania ungió a Jesús con un perfume de nardo. Y Jesús muere un “día sexto”. El número seis, en el evangelio de Juan recuerda la creación del hombre el sexto día (Génesis 1,24-31). En Juan, el significado es que, al morir en la cruz, Jesús da cumplimiento a la creación del hombre. Ser hombre es esto: entregarse sin reservas en las manos del Padre. Por eso, antes de morir, Jesús puede decir “está cumplido”. – Todo eso resuena en el relato de la muerte de Benito; en la muerte se hace verdaderamente hombre, “varón de Dios”, porque por su entrega, Dios puede seguir actuando a través de él. Por eso se hace llevar al oratorio para recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor y así, fortalecerse para el último tramo de su vida terrenal.
Débil como es, se mantiene en pie; muere “con las botas puestas”. La muerte no es para Benito algo abrupto e inesperado, como cuando en un programa de televisión de repente se va la luz, y todo queda a oscuras y sin concluir. No, la muerte es parte de su vida, no la sufre, sino que la vive activamente; es “el broche de oro” de su vida. En estos últimos momentos ya no habla con sus hermanos, sino sólo con Dios a quien espera ver pronto cara a cara.
Unos discípulos suyos ven un camino tapizado y resplandeciente de innumerables lámparas que va hacia el Oriente, hasta el cielo. Se les explica que este es el camino por donde el Santo ha subido al cielo. Es como una retrospectiva sobre la vida de Benito: Dios le había preparado e iluminado siempre su camino, un camino que conduce hacia el Sol naciente que es Cristo. Y lo llaman “el Amado del Señor”; la única vez que Gregorio lo llama así. Es decir que Benito, a todo lo largo de su vida, gozaba del amor de Dios.
La cara de la medalla de San Benito que ven representada aquí, tiene como texto: “Eius in obitu nostro presencia muniamur” (Que en nuestra muerte seamos fortalecidos con su presencia). Este no puede ser solamente un deseo, como si en la hora de nuestra muerte, San Benito debería estar a nuestro lado. No; más bien nos recuerda que, si vivimos como él, también nuestra muerte será el último trayecto de nuestra vida, un encuentro con Dios. Son las actitudes de este Varón de Dios que, si las practicamos a lo largo de nuestra vida, nos fortalecen en nuestra hora suprema: una búsqueda auténtica de Dios, poniéndola como primera prioridad. Frente a ésta, todo lo demás, por más importante que sea, tiene un rango subordinado. Cuando realmente nos entregamos a Dios, lo percibiremos una y otra vez en nuestra vida; un Dios que nos ama, nos guía y nos fortalece. Frente a esta realidad, la muerte no será una fatalidad, sino el encuentro definitivo con Aquel que había estado presente en toda nuestra vida con su amor.

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