¿Quién es la señora María Teresa Castillo ex de Otero Silva? | ||||
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Protagonistas | 06/05/2009 | ||||||||||||||||
María Teresa Castillo | ||||||||||||||||
La decisión del Ejecutivo de desalojar al Ateneo de Caracas de la sede que tiene la institución desde el año 1983 es propicia para recordar a su figura más importante, María Teresa Castillo. En su casa "Macondo" han pernoctado desde Fidel Castro hasta Pablo Neruda y TODOS los artistas e "intelectuales" de la izquierda venezolana desde la generación del 28, han publicado y se han hecho famosos gracias al apoyo incondicional del diario "El Nacional" y sobre todo su "Papel Literario" creado para ese fin y entregado a Luis Alberto Crespo para "quitárselo de encima" en su divorcio de la hija del matrimonio Otero Castillo, pues como todos los "poetas de la izquierda", comía y vivía a costa de alguien, y ese "alguien" ha sido desde siempre y entre otros: María Teresa Castillo con su amplio compromiso social, ideológico y generosidad proverbial. No hay que olvidar que el mismísimo Hugo Chávez se proyectó como político serio gracias a los Otero Ramia, pues fue su discurso en el Ateneo de Caracas el que dio rango creíble a su campaña para Presidente de Venezuela cuando aún era el "Tribilín" de los actos bufonescos del Ejército al que pertenecía, y fue luego Carmen Ramia, quien da su apoyo al ignaro onvertido en Presidente venezolano como la primera "Izarrita" del gabinete abridor del régimen, pues fue la primera Ministra de la Oficina Central de Información del gobierno chavista. Asi paga el diablo a quien cree en él... | ||||||||||||||||
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Maria Teresa Castillo nació en Cúa, estado Miranda el 15 de octubre de 1909. Fue activista del movimiento antigomecista denominado Generación del 28; fundó la Agrupación Cultural Femenina y luego la Asociación Venezolana de Mujeres. Gracias a su amistad con Antonia e Inocente Palacios, se incorporó de muy joven al Orfeón Lamas y supo de reuniones contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Tras la muerte de Gómez continuó en la actividad política y pasó un año detenida en la Jefatura Civil de la Pastora, por su vinculación como activista del movimiento comunista de la época. Fue detenida mientras repartía panfletos prohibidos y un periódico hecho por ellos mismos denominado “Aquí está” y también el semanario Tribuna Popular, órgano de Partido Comunista Venezolano en la clandestinidad. En una de esas citas conoció al periodista y escritor Miguel Otero Silva, con quien se casó y tuvo dos hijos: Mariana y Miguel Henrique. Posteriormente, integra los incipientes movimientos culturales del país y de nuevo incorporada a la actividad política, incluso en la difícil época de la dictadura perezjimenista. Egresada de la primera promoción de la Escuela de Periodismo de la UCV y una de las pioneras del reporterismo, fue reportera de Ultimas Noticias en 1941. En 1958 funda el Ateneo de Caracas, del cual ha sido no sólo su presidenta sino su motor permanente. Ha sido parlamentaria y su nombre figura en cada una de las batallas de la mujer venezolana en pos de sus derechos sociales y políticos. El Ateneo de Caracas se convierte en promotor de una compañía estable de teatro, dirigida inicialmente por Horacio Peterson y a partir de 1976 por Carlos Giménez con el nombre de Rajatabla. Luego crea el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, institución que ha recibido el respaldo nacional y el apoyo económico de la UNESCO. Bajo su auspicio se han organizado y celebrado en Caracas varias ediciones del Festival Internacional de Teatro, hoy imitado positivamente por ciudades como Bogotá. Castillo ha recibido las más altas distinciones nacionales e internacionales por su labor de promoción de la cultura y las artes en Venezuela. Desde 1990 existe la Orden María Teresa Castillo que premia las manifestaciones artísticas y culturales del país. Su nombre quedará unido al Ateneo de Caracas y al pluralismo de las ideas. María Teresa Castillo: memoria y cuenta de una pasión por la cultura Cuando se revisa el desarrollo de la promoción cultural en Venezuela durante el siglo XX, es imposible no advertir el protagonismo de María Teresa Castillo Cúa, estado Miranda, 1908. Quizá por una coincidencia del destino, la celebración de su centésimo cumpleaños coincide con otros aniversarios también importantes para el país: los 100 años de la traición del general Gómez a Cipriano Castro; el centenario de los nacimientos de Rómulo Betancourt, Miguel Acosta Saignes, Jóvito Villalba y Miguel Otero Silva; los 80 años del movimiento estudiantil de 1928; las 6 décadas de la ascensión y derrocamiento de Rómulo Gallegos como presidente de la República; el medio siglo de la caída de Pérez Jiménez; y los 10 años de la llegada al poder del teniente coronel Hugo Chávez. En su biografía asombra de inmediato la capacidad que tuvo para involucrarse en cuanto proyecto de promoción de las artes se llevara a cabo en Venezuela. De esto dan fe no sólo los archivos hemerográficos del país durante la segunda mitad del siglo XX fue de las mujeres de mayor exposición en prensa, sino también algunos de quienes compartieron con ella su mejor época. Salvador Garmendia, por ejemplo, escribió: "Uno se ha preguntado más de una vez cómo hace María Teresa para asistir a dos o tres obras de teatro en un mismo día, y cómo es posible que todavía le quede tiempo, voluntad y sonrisas para ver el último documental de un joven cineasta, y después darse una pasadita por el bautizo del libro primero de un poeta." Este aspecto de su fascinación cultural corría a cuenta de las funciones de la señora Castillo como presidenta del Ateneo de Caracas, cargo que asumió el 18 de enero de 1958, cinco días antes de la caída de la dictadura. Bajo su gobierno, la institución que había sido fundada en agosto de 1931 por María Luisa Escobar se convirtió en centro y referencia de la ciudad cultural. Quienes tuvieron la suerte de vivir aquella época donde todo parecía posible recordarán con cariño la sede inicial del Ateneo, una amplia y luminosa casona ubicada en el mismo terreno donde hoy se erige el edificio del organismo que durante años sirvió como necesaria caja de resonancia de ideas provenientes de todas partes, en especial del Museo de Bellas Artes. Allí, por ejemplo, Miguel Arroyo y Graziano Gasparini presentaron una de las primeras y más completas exposiciones de arte colonial que se hayan celebrado en Venezuela. Durante la década de los años sesenta la casa del Ateneo fue un lugar de encuentro para grupos literarios y musicales, así como para intelectuales venezolanos o extranjeros que, independientemente de que vivieran en el país o estuviesen de paso, participaban de buena gana y con entusiasmo en las actividades de la institución. Por ese tiempo el Ateneo de Caracas se convirtió en un espacio para la divulgación de la filosofía, el pensamiento y las artes para un público que no siempre tenía acceso a las discusiones universitarias ni estaba al tanto de las actividades de las galerías o de las grandes salas de concierto. El movimiento de esta espiral fue el que encendió los motores para que Carlos Giménez fundara el grupo Rajatabla en 1971 y, dos años más tarde, en 1973, se celebrara la primera edición del Festival Internacional de Teatro, uno de los más importantes de Latinoamérica. Estas dos iniciativas así como la construcción de las salas de teatro para la sede inaugurada en 1983, la actual dieron continuidad a una labor que Anna Julia Rojas y Horacio Peterson habían comenzado años atrás. Quien hoy en día repite lugares comunes y unanimidades contra el ejercicio de María Teresa Castillo frente al Ateneo de Caracas desconoce que ella cumplió con su compromiso de dirigirlo en atención a valores entre los cuales se contaban los socialistas, que creía justos. Sin embargo, a diferencia de como es regla en la actualidad, no los asumió con fanatismo ni ceguera, ni los convirtió en arma contra lo que precisamente procuraba apoyar: el fortalecimiento de la democracia a través de la cultura. Conjuntamente con su desempeño como directora del Ateneo, durante años María Teresa Castillo fue presidenta de la Comisión Permanente de Cultura del Congreso Nacional en una época en que el oficio legislativo, pese a todo, era respetable. Desde esa tribuna luchó por que los asuntos vinculados con las artes, las letras y la educación en Venezuela fuesen tomados en cuenta en los debates de los congresistas. Estaba convencida de que la democratización de la cultura sería afectiva sólo si se tomaban medidas de ley. En octubre de 1988, en agradecimiento a los homenajes que se le rindieron por sus 80 años de edad, María Teresa Castillo publicó en El Nacional un breve artículo. En él postuló así su pasión de vida: "Durante años he luchado por la misma causa: un país donde la cultura forme parte de la vida cotidiana, y no sea una sucesión de acontecimientos excepcionales". Publicado en El Nacional. 15/10/2008 |
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