domingo 24 de julio de 2011
Los ríos profundos
1 No serán estos ríos tan profundos como los de José María Arguedas, pero sí lo suficiente espero para poner de relieve dos realidades superpuestas; colorida y dramática la primera; y la segunda, la subyacente, implacable, amiga del silencio en su avance sin regreso.
Emilio Figueredo, alma de Analítica Premium y tan interesado como yo en ese laboratorio crepitante que es la revolución cubana, publica un artículo en el cual aparecen con dramática claridad varios de los factores determinantes de la marcha lenta, dura, del socialismo fundado por Fidel Castro hacia el modelo de mercado y la globalización, en línea con lo ocurrido en China. Antes de seguir, permítaseme una digresión: a George Soros no le gusta el término "globalización"; prefiere hablar de "capitalismo global", probablemente para resaltar que aquella es inalcanzable fuera del capitalismo, a su juicio el único sistema que a lo largo de los siglos la ha hecho posible.
El indicado artículo fue escrito el pasado lunes por el internacionalista e historiador del Partido Comunista de Cuba, Pedro Campos Santos. Es un escrito de franqueza diamantina que se deslinda del socialismo ortodoxo, vale decir, y de la política refractaria al cambio que mantuvo Fidel hasta poco antes de ser impactado por su dolencia gastrointestinal. El hombre no es una voz solitaria en el universo del partido. Otros intelectuales se identifican con él. Son voceros conscientes o no de inquietudes que se han ido arraigando en Cuba como ríos subterráneos. Pese a la audacia de sus ideas, este grupo vive y trabaja en la isla, permanece en el partido de los comunistas y se permite exponer sus inquietantes ideas, aunque siempre con un estilo muy cuidadoso, muy mirando a un lado y el otro, pero se comprende. El grupo no está fuera de la organización pero tiene poco acceso directo a las instancias que toman las decisiones. Seguramente se les vigila. Están y no están, pero no dejan de escribir. Incluso enviaron sus propuestas al VI Congreso del PCC. Naturalmente no fueron ni podían ser aprobadas, pero lo llamativo es que tampoco fueron rechazadas. Quedaron como en el aire bajo la promesa de que más adelante con una situación interna más consolidada, se estudiarían.
La reforma cubana es fluctuante como el agua. Por el momento pocos se atreven a respaldar o a rechazar. Fidel va de ida, Raúl abre el puño, pero ¿quién sabe? ¿Y no será una trampa para cazar incautos?
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