Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 23 de julio de 2011

Recuerdos de juventud, inclusive de mi luna de miel

viernes 22 de julio de 2011

Pete, el extremista

José Alberto Medina Molero - AT
"Este campo, este juego, el beisbol es parte de
nuestro pasado. Nos recuerda que todo lo que fue

bueno alguna vez, puede serlo de nuevo".

Terence Mann en la cinta “El Campo de los Sueños

(citado por Mari Montes en Twitter)
Cuando muchos de nosotros éramos adolescentes y nos decían que un jugador era un buen bateador, respondíamos de inmediato con dos preguntas: ¿Puede batear a las dos manos como Pete Rose? ¿Juega con el alma, como ese pequeño, pero fuerte pelotero de la gran maquinaria roja? Definitivamente desde mediados de los sesenta hasta bien entrados los ochenta Pete Rose implantó una nueva y corajuda forma de jugar al béisbol, con entrega, fuerza y talento a borbotones.


Su carta de presentación en la historia del béisbol: 4256 hits de por vida. La mayor cifra de imparables bateada por un jugador en la historia de la gran carpa. De hecho sólo lo acompaña en el club de los 4000 aquel portento de bateador que fue Ty Cobb (4189). Su jugada inolvidable: la del 14 de Julio de 1970. Rose protagonizó uno de los finales de juego de estrella más escalofriantes. Estadio, Riverfront . El Presidente Richard Nixon hizo el primer lanzamiento de la noche en un juego que abría Jim Palmer por el joven circuito y Tom Seaver por la Nacional, nuestro Luis Aparicio abrió en el SS de la Americana. 51838 asistieron a un partido épico por el epílogo que tuvo, que no fue otra cosa que la manera típica de entender el juego del fortachón de Cincinnati. En la baja de la entrada 12, Rose corría en segunda de un juego empatado a 4 carreras por bando. Ante un hit al jardín central Rose, como un proyectil, cruzó por tercera y se embaló para la goma buscando dejar en el terreno a los de la Americana, su único obstáculo era el cátcher, Ray Fosse y el tiro que ya venía surcando el aire del Riverfront: en un final de suspenso Rosé le pasó literalmente por encima a Fosee, en un estremecedor encontronazo, del cual el valeroso receptor no se recuperaría del todo.


Hay una jugada que en lo particular me parece que devela en toda su inmensa magnitud la intensidad de juego que desplegó Pete Rose durante 3562 encuentros (otra cifra tope en la historia de la gran carpa): ya jugando con los Filis en una postemporada el equipo contrario da un foul fly por lo lados de la primera, base que Rose defendía, Pat Boone, el cátcher de Filadelfia pide el batazo y Rose se le coloca a corta distancia. En el último instante la bola pega en la mascota de Boone y sale disparada hacia un lado, en eso los reflejos de Pete fueron cruciales para de un ágil manotazo hacer el out. Esa era su proverbial forma de ser ganador y de participar en este juego.

Así jugaba el béisbol Pete, duro, lanzándose de cabeza en las bases ( es curioso que sólo haya estafado 198 bases, aunque en su corpulencia haya estado el secreto de su velocidad promedio) para ayudar a ganar a su equipo. En ello fue el arquitecto de un inolvidable estilo de afrontar los encuentros, regándolos de pasión, vergüenza y donaire. Algo que rara vez se ve en los diamantes de béisbol.

Pete fue tan buen bateador que llegó a coleccionar 10 temporadas (de sus 24 en grandes ligas) con al menos 200 hits. Este registro fue igualado en la 2010 por otro bárbaro con el madero, Ichiro Suzuki, quién de acuerdo a las proyecciones no podrá batirlo este año.

Al igual que los espejos, la realidad tiene dos caras, y ese afán por ganar también acarrea problemas y bastantes graves. Entre estos en Rose destacó el vicio del juego, su otro gran amor. Cuentan quienes lo conocieron en la 64-65 (justo después de ganar el premio al Novato del año en la Nacional) con los Leones del Caracas, que pasaba casi el mismo tiempo apostando en la Rinconada que en el Estadio Universitario, y esto no es una exageración. Esta tendencia truncó el superseguro camino a Cooperstown de este predestinado del béisbol retirado exactamente hace 25 años: llegó a comprobársele que apostó en partidos de béisbol mientras era manager de Cincinnati, por lo que fue objeto de ostracismo peloteril de las boletas que considera el Comité de Cronistas.

El más grande hiteador de todos los tiempos perdió así su apuesta mayor. Hasta allí lo llevó su extremismo, el de ganar a toda costa.

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